Del Besòs al Llobregat: subsistir en asentamientos infrahumanos
La pervivencia del barraquismo, un recorrido por naves ocupadas tras la tragedia de Badalona
La Vanguardia, , 21-12-2020ado dice que solo le consta que en Badalona haya ahora estas dos naves ocupadas, mientras que otras fuentes aseguran que podría haber alguna más.
En otras ciudades del área metropolitana, como l’Hospitalet de Llobregat o Molins de Rei, tampoco disponen de un censo de asentamientos. Pero en ambos municipios los vecinos se han cansado de llamar a sus ayuntamientos alertando de las situaciones de peligro que se generan en viejos almacenes por el riesgo de incendio y la insalubridad.
Del Besòs al Llobregat el panorama no cambia mucho. Sobrecogen las condiciones infrahumanas en que malviven centenares de personas, muchas de las cuales se dedican a la recogida de chatarra. Salvo algunas excepciones, como el citado Mamadou o el joven extutelado, la mayoría no ha conseguido regularizar su situación administrativa y topan con no pocos obstáculos para materializar su empadronamiento. Cabe recordar que para obtener el permiso de residencia a través de la vía del arraigo social prevista en la ley de Extranjería el solicitante debe acreditar haber vivido en España al menos tres años y tener la oferta de un contrato laboral por un mínimo de doce meses.
nave ocupada Molins
Otra nave abandonada, en Molins de Rei, en la que viven varias personas XAVIER JURIO
Jonathan, de 27 años, llega con prisas al recinto de una enorme nave de la calle Vilafranca de l’Hospitalet. “No tengo mucho tiempo, mi mujer me espera para comer”, avisa. A lo lejos, una rata del tamaño de un gato atraviesa un patio lleno de basura. Poco después sale otra, pero Jonathan asegura que en el habitáculo que se han arreglado en la primera planta están bien. “En Colombia estudiaba ingeniería civil y trabajaba como oficial de obra, pero mi país está muy mal, y vine a Catalunya en el 2017. Antes vivíamos en un piso en Badalona por el que pagábamos 600 euros, entonces estaba en la construcción, pero el confinamiento me cortó las alas, y vinimos a este edificio hace seis meses. Ahora recojo chatarra, como hacen muchos de los que están aquí, quizás unas 50 personas”.
Un tema incómodo
La mayoría de los ayuntamientos no tienen datos precisos sobre naves ocupadas
A pesar del desolador aspecto que ofrece el complejo, con desechos acumulados por todos lados, Jonathan asegura que no están mal. “Yo he diseñado bien mi parte, tenemos cama, cocina, nevera, televisor y dos gatitos. Para el agua llenamos garrafas en la fuente”.
En el interior, también se amontonan más desechos. Junto a uno de los accesos, delante de la vía del tren, una familia ha habilitado una suerte de salón, con sofá, sillones, un aparador y el cochecito de un bebé. Detrás de una fina pared de tablones de madera se oyen voces. Sale una mujer inquieta por la visita. La gente quiere discreción y pasar lo más desapercibida posible.
Nave Hospitalet
Un espacio habilitado en una fábrica abandonada de L’Hospitalet de Llobregat XAVIER JURIO
Vecinos de esta calle apuntan que están cansados de pedir al Ayuntamiento que busque soluciones, que los problemas de insalubridad se multiplican y que les preocupa el hecho de que también haya menores en esta fábrica abandonada. “Que quede claro que yo no voy en contra de ellos, pero me duele ver como niños pequeños viven allí y más sin tomar ninguna medida de seguridad en plena pandemia, lo hemos puesto en conocimiento del Ayuntamiento varias veces, pero no hacen nada”, comenta la residente de un bloque cercano. Una portavoz municipal responde que no les consta que allí vivan menores y que no tienen competencias para actuar una vez se ha consolidado la ocupación.
Seis meses en una nave
“Antes vivíamos en un piso, estaba en la construcción, pero la Covid me cortó las alas”
Algunas de las firmas que desarrollan su actividad en el polígono El Pla también han expresado su preocupación a las autoridades de Molins de Rei por una situación similar. “Esta nave lleva cuatro o cinco años vacía, hacen hogmueras, está lleno de basura y además tenemos un depósito de gasóleo, si prende arderíamos todos. Al menos nos hemos dirigido tres veces al Ayuntamiento y nos han dicho que no pueden hacer nada”, explicaban el viernes los responsables de una empresa de la zona. Desde el exterior se adivina una mujer en la planta superior barriendo, y en la entrada un hombre acarrea todo tipo de piezas metálicas. El bloque no dispone de cristales y está completamente abierto. Las mismas fuentes cuentan que hace tiempo hubo un desalojo al detectarse en el interior una plantación de marihuana, después se ocupó ocasionalmente los fines de semana y ahora se ha convertido en una infravivienda.
Jonathan, de 27 años, vive desde hace seis meses en esta nave
Jonathan, de 27 años, en el patio de la nave que es su hogar XAVIER JURIO
La carrera de obstáculos para conseguir los papeles y un hogar asequible sumado a las crisis reincidentes con el colofón de la Covid-19 son solo algunas de las causas que llevan a miles de personas a subsistir en la economía informal y a buscar un techo donde sea. Reforzar la formación y apostar por fórmulas innovadoras para la inserción laboral son asignaturas pendientes. En este sentido, Oriol Amorós, secretario general de Treball, Afers Socials i Famílies, subraya que este 2020 la Generalitat ha propiciado 310 regularizaciones de personas migrantes a través del programa ACOL y de las bonificaciones para contratar a empleadas del hogar.
Algunos de los asentamientos que se habían creado en el barrio del Poblenou han desaparecido, pero han aflorado otros nuevos, aunque con menos personas. Dan, procedente de la RD Congo, duerme en una de las diez tiendas de campaña instaladas en un rincón de la calle Joan d’Aústria, muy cerca de un almacén donde comercian con chatarra. Aquí todos se cuidan, cuando unos salen, otros se quedan para vigilar sus escasas pertenencias.
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