MI GENOMA Y YO

La izquierda migrante

Acoger angélicamente a todo el mundo es no acoger bien a nadie, lo que equivale a satanizar la inmigración en su conjunto

Diario Vasco, ÁLVARO BERMEJO, 16-12-2020

Se juegan la vida cruzando el Atlántico en pateras y, una vez en Canarias, se pagan vuelos comerciales rumbo a la Península. A tanto llega la desvergüenza de nuestro Gobierno a la hora de hacer honores a su Ministerio de la Verdad que no tiene ningún empacho en mutar a los inmigrantes irregulares en turistas, ensanchando el efecto llamada que inauguró con el ‘Aquarius’.

Éste no es el caso. No se trata de refugiados prófugos de una guerra o una hambruna en demanda de asilo. La crisis migratoria que nos ocupa obedece a una estrategia dictada por Marruecos, pero incide en la raíz de la cuestión. Porque el problema de la Izquierda con la emigración irregular es un problema de la Izquierda con la Izquierda misma.

¿Qué hay detrás? Un complejo de culpa, un tabú ideológico, la presunción de sostener utopías sin atender a la sanción de la realidad y, como consecuencia, un conflicto candente entre el angelismo de sus proclamas y el cinismo de sus devoluciones en caliente o sus traslados clandestinos, fuera de todo control administrativo y sanitario.

Obligada a desmarcarse de la intransigencia que caracteriza a la Derecha, olvida que fue un líder del Partido Comunista francés, Georges Marchais, en 1981, quien empleó sus argumentos para frenar, no ya la inmigración irregular, sino hasta la oficial, mientras hubiera dos millones de franceses en paro. La France First. A eso, ¿se le llama xenofobia o realpolitik?

Observemos la cuestión en perspectiva. En los próximos veinte años el África subsahariana pasará de mil a dos mil millones de habitantes. Si sólo el 1% persevera en su voluntad de venir a Europa alcanzaremos un flujo potencial de veinte millones de inmigrantes, sumados a los veinticinco ya instalados, y a los 2,5 que siguen entrando cada año.

¿Qué se puede hacer frente a eso? La Derecha propone blindar Europa. La Izquierda, un Pacto Migratorio como el que habilitó la Comisión Europea en 2018. Conocemos los resultados: hacinamientos como el de Arguineguin, guetos como Lesbos, infiernos como el de Badalona. Según datos de la OCDE, hoy, diez millones de jóvenes migrantes no conocen ni una escuela ni un empleo. Condenados a la marginalidad, luego a la conflictividad y, finalmente, a engrosar las razones de la xenofobia.

Acoger angélicamente a todo el mundo es no acoger bien a nadie, lo que equivale a satanizar la inmigración en su conjunto. Si lo hiciéramos en orden a nuestras posibilidades, mirando de frente a la realidad, ¿no acogeríamos mejor?

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