La emigración de las mujeres
Más de un millar de ucranianos, el 60 , mujeres, residen en Navarra. La mayoría ha llegado en los cuatro últimos años y tiene un nivel formativo alto. TEXTO: MARTÍN RUIZ. FOTO::: aRCHIVO.

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HACE una década era muy difícil ver a uno por la calle. Hoy, de cada 500 navarros, uno es ucraniano.

Comenzaron a llegar tímidamente al calor de la Glasnost (transparencia) y tras la caída del telón de acero. Pero, la mayoría se ha asentado en la Comunidad foral en los últimos 4 años, cuando ha venido más la mitad del millar largo que actualmente reside.

Había 882 ucranianos empadronados en los 272 municipios navarros, a fecha 1 de enero de 2005. Y, desde hace un lustro, cada año llega en torno a un centenar. Ucrania es el 10º país con más residentes en Navarra, y sus naturales suponen un 2 de los 56.000 inmigrantes empadronados.

El fenómeno migratorio es mayoritariamente masculino, tanto en España, como en Navarra, donde los hombres representan en torno al 55% de la población inmigrante. Por ello, llama más la atención que seis de cada diez ucranianos que viven en Navarra sean mujeres.

«La mujer está acostumbrada a trabajar fuera de casa, como el hombre, y muchas veces es cabeza de familia», señala Liudmila Moskvicheva, de 38 años. Otro aspecto que destaca es que «los eslavos tenemos mucha iniciativa. Muchos, una vez asentados emprendemos nuestros propios negocios», apunta Moskvicheva, quien es licenciada en empresariales, regenta el Bar Noroeste en Burlada y es presidenta de la Asociación Sociocultural Eslava Slavyanskaya, creada hace un año. «Necesitamos que se apunte gente y participe, porque queremos hacer muchas cosas, como informar a los compatriotas que llegan sin conocer Navarra, para que no estén perdidos; preparar canciones y danzas típicas de Ucrania y Rusia, enseñar español a nuestros hijos, si no lo saben, y nuestro idioma, para que lo conserven, etc», expone.

Otro colectivo de eslavos que se va a constituir este verano es la Asociación Nasha. La presidirá Andrei Rudkovsky, 30 años, y natural de Lviv, ciudad ucraniana fronteriza con Polonia. «Muchos venimos con idea de estar un año, pero luego nos hemos quedado a vivir», explica Rudkovsky. «Desde Nasha queremos ayudar a los eslavos que necesitan saber cómo hacer para llevar una vida normal y corriente integrados en la sociedad navarra», añade.