Se instala en la plaza Joan Corominas del CCCB a partir del lunes El alma del circo corre con sus venas. Y no pudo huir de él. Por eso, a pesar de abandonar la carpa familiar a los 20 años y recorrer mundo con su laúd, regresó al equilibrismo y al trapecio y fundó el Cirque Tsigane, que aterriza en Barcelona con Nada en los bolsillos pero mucha magia por ofrecer. Así lo prometió ayer Alexandre Romanès, el protagonista de esta historia, que a partir del lunes se instala en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) dentro del Grec’06.

«No hacemos nuevo circo, pero tampoco hacemos circo tradicional.En Francia se habla de nuevo circo tradicional. No estamos sujetos a las convenciones habituales, hacemos el circo más poético», describió ayer Romanès su Nada en los bolsillos, en el que intervienen su mujer y sus seis hijos (la mayor tiene 18 años y la más pequeña, 5).

El Romanès Cirque Tsigane es el primer circo zíngaro de Europa y todos sus integrantes son gitanos. Algunos franceses, otros húngaros y rumanos y algún otro de Bulgaria. Se enorgullecen de servir en su carpa artesanal y íntima, de sólo 18 metros de largo, el circo en estado puro. Con 12 números repartidos en dos horas.

Cuando en 1994 fundó su propio circo, se cambió el apellido Bouglione (una institución dentro del circo) por el de Romanès y regresó al tipo de circo que hacía su tatarabuelo, en lugar de perpetuar el circo impersonal de sus progenitores. «Mis padres y mis tíos compraron el circo más grande de Francia y yo siempre les reproché que un circo de tales dimensiones parece más un hangar para aviones, parece más una fábrica», explicó Alexandre Romanès, que quiso olvidarse del circo, pero no lo consiguió: «Cuando uno ha nacido en una familia de circo, no se puede huir».