En la piel y en el alma de Jacques Chirac
El Mundo, 24-06-2006Los cines franceses proyectan una película descarnada sobre la ambición y las contradicciones del presidente de la República Jacques Chirac ha sido caricatura, muñeco de guiñol y protagonista de cómic, pero a su trayectoria irreverente le faltaba el corolario iconográfico de una película.
Misión cumplida: los cines franceses proyectan estos días En la piel de Jacques Chirac, un retrato documental y despiadado del presidente, que entremezcla la voz en off de un imitador con escenas históricas del repertorio cínico y propagandístico.
Decía Chirac que era contrario a la entrada de España en la Comunidad Europea. Aseguraba comprender a los racistas. Afirmaba que los extranjeros olían mal. Sostenía su oposición a la ampliación de Europa. Prometía que nunca sería primer ministro a las órdenes de Mitterrand. Decía, decía y decía.
El realizador Karl Zero cree que ha llegado la hora de hacer memoria. Quizá porque la agonía del presidente en el Elíseo le descarta de las próximas elecciones y le ha despojado de toda indulgencia.
Tanto, que el título del documental no sólo alude al propósito de comprender la naturaleza camaleónica de un animal político. También implica un vademécum para despellejarlo a fuerza de navegar por los archivos televisivos y cinematográficos.
Decía Chirac que era partidario de la entrada de España en Europa. Aseguraba rechazar el racismo. Afirmaba que Francia era tierra de acogida para los extranjeros. Sostenía su defensa de la ampliación de la UE. Prometía haber aceptado la plaza de primer ministro a las órdenes de Mitterrand. Decía, decía y decía.
El sentido del equilibrismo le ha mantenido en la política desde 1961. Unas veces como secretario de Estado, jefe de Gobierno o alcalde. Otras como presidente de la República, aunque el documental de Zero demuestra con imágenes y comentarios originales la frustración que suponía para Chirac no haber podido derrotar nunca al patriarca socialista.
Ni siquiera cuando el actual jefe del Estado creyó tomar ventaja en el desenlace de su último duelo televisado. Recordemos: «Señor Mitterrand, me permito decirle que ni yo soy primer ministro ni usted es presidente. Simplemente somos dos candidatos», puntualizó, cansado de que el presidente le llamara siempre «primer ministro». «¿Lo ha entendido?». Respuesta de Mitterrand: «Lo he entendido… señor primer ministro».
La anécdota es una de las muchas que jalonan el recorrido irreverente del documental, aunque En la piel de Jacques Chirac no es una biografía sarcástica del bulldozer francés (así lo llamaba Pompidou).
Es verdad que la voz en off se concede algunas licencias apócrifas, que aparece la naturaleza donjuanesca del personaje y que proliferan las bromas cada vez que aparece Bernadette, su señora. Sin embargo, el guión de Zero profundiza realmente en el pensamiento de Chirac y redunda en los rasgos esenciales de su ejecutoria: la ambición, la arrogancia, el poderío escénico, la retórica efectista, la compulsión maquiavélica y la capacidad para exterminar los rivales políticos que se cruzan en su camino.
Decía Chirac que la seguridad vial no era un problema de Francia. Manifestaba que Balladur nunca sería su rival en el Elíseo. Insistía en que la política es un trabajo y no una vocación. Reiteraba que Turquía no tenía sitio en la nueva Europa. Proclamaba que sería imposible una cohabitación con Jospin.
No importa que los hechos o las palabras le desmientan. Importa que todos los medios son legítimos para la conquista del poder. Incluido estrechar una a una la mano de los votantes… hasta 60 millones de veces.
La estrategia queda al descubierto en el documental de Zero, víctima sospechosa en un reajuste de programación en Canal Plus. Antes de estrenarse el documental presentaba un informativo satírico y reputado. Después de estrenarse, ha perdido el puesto de trabajo.
Decía Chirac que la seguridad vial es un problema capital de Francia. Manifestaba que Balladur sería un rival en las presidenciales. Insistía en que la política es una vocación y no un trabajo. Reiteraba que Turquía merecía un sitio en la nueva Europa. Proclamaba que sería posible una cohabitación con Jospin. Decía, decía y decía.
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