El discurso prestado de Marlaska
El ministro mezcla churras con merina para congraciarse con los socios comunitarios
Canarias 7, , 24-11-2020Durante el estado de alarma, en Extremadura y en Andalucía, así como en comarcas catalanas, hubo un serio problema laboral: no había mano de obra para recolectar productos agrícolas. Las limitaciones de movimiento hacía que no se pudiese contar con los trabajadores habituales, que eran en su mayoría inmigrantes extracomunitarios que se dedicaban a esa faena. ¿Por qué ellos? Básicamente porque los sueldos bajos y las duras condiciones laborales hacían que los trabajadores españoles, incluso los que engrosaban las listas del desempleo, se lo pensaran dos veces. A fin de cuentas, la prestación por paro es en muchos superior a lo que se paga por esas faenas.
Sigamos con el relato de hechos. También en plena pandemia nos encontramos con la abracadabrante situación de las residencias de ancianos. La pandemia puso en evidencia que el trato que se dispensaba no era el adecuado. Cuando se preguntaba a los dueños de esas residencias, había un hilo argumental común en sus respuestas:con el margen estrecho de beneficio que hay en buena parte de ellas, cuesta encontrar en España mano de obra. Es más, ¿son acaso trabajadores comunitarios quienes en los últimos años están atendiendo preferentemente a los mayores, no solo en las residencias sino en los hogares? Basta con echar un vistazo alrededor para encontrar la respuesta.
Menciono todo esto porque cuando uno escucha ciertos discursos en torno a la inmigración se pregunta en qué mundo viven quienes los lanzan. Y no lo digo por los que hablan desde el miedo o el rechazo visceral al extranjero, sino quienes están sentado en el poder y además se adjudican la etiqueta de progresistas y defensores de los derechos humanos.
El discurso del ministro Grande-Marlaska no tiene un anclaje en la realidad laboral y social de un país como España, que envejece a marchas forzadas. Es un argumentario que nace en el norte de Europa y que ha sido copiado por países como Francia por una cuestión de seguridad sobrevenida:la infiltración del yihadismo entre los que se instalan en suelo comunitario. Pero mezclando churras con merinas no se garantiza que la cabaña ovina sea más pura. Y eso es lo que Marlaska está aplicando para congraciarse con los ministros comunitarios.
Respecto a lo de la amenaza del extremismo religioso y el odio a Occidente, solo un apunte:¿no estaremos dando argumentos para ello con un trato tan lamentable como el dispensado en Arguineguín?
Ahí queda.
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