TESTIGO DIRECTO / NUADIBU (MAURITANIA)

Doscientos cayucos de madrugada

El Mundo, 22-06-2006

Los agentes de la patrullera ‘Río Duero’ enviada a Mauritania luchan por distinguir las embarcaciones que se dedican realmente a la pesca de las destinadas al tráfico de seres humanos / Si el Instituto Armado detecta una barcaza zigzagueando junto a la costa, sabe que traslada ‘sin papeles’ El puerto de Nuadibú es como un mar de barcos fantasma. Desde la patrullera Río Duero se divisa una hilera de buques abandonados, utilizados para ocultar los cayucos en los que embarcan cientos de inmigrantes rumbo a Canarias. Mauritania es el paraíso ideal para los traficantes de seres humanos. Unos 700 kilómetros de costa sin apenas vigilancia, decenas de barcos hundidos convertidos en un escondite perfecto, 3.500 cayucos matriculados y una coartada perfecta: la pesca.


Los guardias civiles de la patrullera Río Duero, que trabajan conjuntamente con los gendarmes mauritanos, tienen una dura misión por delante. Su trabajo es tan complicado como buscar una aguja en un pajar: «Nuestro principal problema es que, a las tres de la mañana, 200 cayucos salen a pescar», relata Manuel Ovidio, teniente de la Guardia Civil responsable de la patrullera. ¿Cómo distinguir aquéllos que se dedican realmente a la pesca de los que pasan inmigrantes clandestinamente?


«Salen en pequeños grupos con los aparejos de pesca y llevan varias petacas de gasolina. Muchos pasan cinco o seis días pescando en alta mar. No podemos hacer nada sólo por tener alguna sospecha», explica Julián Arribas, teniente de la Guardia Civil y oficial de enlace.


El itinerario sospechoso de las embarcaciones es una de las pistas con la que cuentan los agentes. Los subsaharianos intentan idear mil y una argucias para evitar la vigilancia de la Guardia Civil. Lo más frecuente es que cada cayuco salga con pequeños grupos de cinco personas y que, luego, se junten en alta mar para emprender la travesía hacia España. La navegación por GPS les permite concretar un lugar para encontrarse lejos de la costa y organizar la expedición, que suele durar unos cuatro días. Durante el largo camino rumbo a las islas Canarias, suelen hacer algunas paradas para repostar.


Por tanto, si la Benemérita detecta una embarcación que va haciendo zigzag y realizando paradas pegada a la costa, sabe que ahí va un cayuco cargado de sin papeles.


De momento, los agentes de la Río Duero ya han interceptado a 270 inmigrantes y la patrullera ejerce un efecto disuasorio sobre los que quieren dar el salto hacia eldorado europeo: «Lo malo es que cuando te ven se piensan que están en España. Nosotros somos sólo un granito de arena. Sabemos los que llegan, pero no los que no lo consiguen», asegura Arribas.


Él y sus compañeros han vivido momentos dramáticos, como aquel que sufrieron el 30 de mayo cuando salvaron una patera con 25 personas que llevaba 20 días a la deriva: «Cuando les subimos a bordo no se tenían en pie», prosigue mientras narra con pasión el suceso.


Los agentes, en su mayoría, han trabajado en aguas del Estrecho y están acostumbrados a los rescates en alta mar. Pero la diferencia entre interceptar una patera en España o Mauritania es tanta como la de dar un salto con o sin red: «En España tenemos el Servicio Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) con cámaras térmicas, sensores nocturnos y medios sofisticados. Ahí detectamos las pateras y no se nos escapa una. Aquí en Africa nos tenemos que valer por nosotros mismos», declara otro miembro de la tripulación.


Tanto el director de la Guardia Civil, Joan Mesquida, que ayer viajó a bordo de la patrullera Río Duero, como los agentes del Instituto Armado destacan la buena colaboración que existe con la Gendarmería mauritana. Tan sólo se quejan de una cosa: la burocracia. En ocasiones, para repostar el combustible tienen que hacer diversos trámites en cuatro organismos distintos. Los ritmos de trabajo también son diferentes y, a veces, España imprime un calendario demasiado apretado para el gusto de las autoridades mauritanas.


«No ha habido problemas operativos, pero estamos en un país soberano y debemos respetar sus normas. Nosotros debemos dar la cobertura administrativa», asegura Mesquida desde Nuadibú.


Las autoridades mauritanas esperan como agua de mayo las cuatro patrulleras cedidas por España que arribarán en el mes de julio, además de los tres todoterrenos, el autobús y los 25 ordenadores.


De momento, la Unión Europea va a sufragar el mantenimiento de las patrulleras durante seis meses y Mesquida confía en lograr una financiación más allá de ese periodo de tiempo. Esa ayuda será fundamental para que las patrulleras españolas no terminen como las decenas de barcos inutilizados y abandonados en la costa mauritana.

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