«La noche migratoria: ¿Hasta cuándo?»
La desgarradora carta abierta de Luis Vega Socorro, un enfermero del Servicio Canario de Salud, tras una noche el drama migratorio en Canaria
Canarias 7, , 05-11-2020Luis Vega Socorro, enfermero del Servicio Canario de Salud, cuenta de primera mano su experiencia como profesional sanitario con el drama de la llegada de inmigrantes a las costas canarias en las últimas semana. En una carta publicada en redes sociales, y que ha remitido a CANARIAS7, Luis describe cómo llegan los migrantes a las islas y la difícil situación a la que se tienen que enfrentar los sanitarios en el cuidado de estas personas.
Esta es su reflexión en modo de crónica:
«Ayer en la madrugada, durante mi turno de trabajo en la ambulancia medicalizada y como parte de un dispositivo muy amplio, fuimos a recibir a un carguero al muelle de Las Palmas de Gran Canaria, que había recogido en alta mar a una patera con más de 65 migrantes… Desorientados, rumbo a quien sabe dónde. Quizás al fondo del mar.
Eran las 2 de la madrugada de una templada noche, y mira que he visto cosas en 24 años de profesión, (21 años de ellos en Urgencias del Hospital Insular) y han sido cosas muy duras, pero ayer ver pasar ese frío desfile humano por delante de mis ojos y ser protagonista de él en primera fila, me ha sobrecogido.
Un seco bofetón de realidad en primera persona, con sus sonidos y sus olores. Caras demacradas, piel reseca y fría, caminar entumecido… como metáfora de la vida que les toca vivir…
Un andar y una esperanza doblada por la dura travesía, así como por la dura vida, aparentando pedir perdón o quizás permiso para poder viajar aunque sea en el vagón de cola, mientras que a mí (nosotros) me toca viajar en Primera.
Todos subsaharianos negros, muy negros, pero no tanto como el futuro que les espera en esta vieja Europa golpeada por sus propios problemas.
Eran 65, algunos jovencitos, casi niños, pero (para nosotros y parafraseando a Eduardo Galeano) no son nadie, no son hijos de nadie, dueños de nada, ni siquiera de un nombre, pues se les asigna una numeración, a su llegada, y serán apenas una noticia más, otra más en la prensa.
Y lo duro no era ver heridas, que no las había apenas, más allá de las del alma, ni ver sangre. Lo duro para mí que todavía pretendo tener un corazón sensible, es masticar el dilema moral, la abrasadora sensación de privilegio que por momentos me hacía sentir culpable de mi (nuestro) estilo de vida.
Y deseando que del cielo lloviera suerte (otra vez Galeano), una poquita de buena suerte, pero a estos nadies no les llueve de eso, ni siquiera un pequeño rocío, ni una briznita de buena suerte.
Ni ayer, ni hoy, ni mañana, y parece que nunca. Hay quienes nacen jodidos y deambulan rejodidos y sólo les caerán aguaceros de rechazo.
Este occidente que les ha robado a lo largo de la historia sus recursos naturales, su mano de obra esclava y su dignidad a través de gobiernos títeres, es el mismo que vocifera sin pudor ante su presencia temeroso de perder sus privilegios.
Uno llegó muerto, uno sólo, como muerto está el destino deseado por los otros que sí echaron pie en tierra.
Y mientras nos volvíamos de madrugada a nuestro Hospital Insular dejábamos atrás el punto de asistencia, el sueño se volvía a apoderar de mí, porque la vida sigue, y sigue el mirar adelante y ni siquiera mirar de reojo.
Conmovido hoy por la mañana, aquí seguimos el día a día.
Y cada vez que vea una nueva noticia de éstas en la prensa, pasará lo mismo. O sea, Nada. Seguiremos (seguiré) con nuestra vida, oyendo un eco en nuestro interior que se pregunta: «¿Hasta cuando…? ¿Podemos hacer algo…?»
Luis Vega Socorro, enfermero del Servicio Canario de Salud.
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