Un remolcador vizcaíno rescata a 17 inmigrantes frente a la costa de Libia
El temporal, con vientos de fuerza 8, volcó su fueraborda y desaparecieron cuatro 'sin papeles' En la embarcación, que se dirigía a Malta, iba una embarazada
El Correo, 20-06-2006Un remolcador vizcaíno protagonizó el pasado 1 de junio un espectacular rescate en aguas del Mediterráneo, cuando se dedicaba al traslado de jaulas con atunes vivos para su engorde en granjas marinas. El ‘Raíces’ navegaba a 29 millas al norte del puerto de Trípoli (Libia) cuando descubrió una pequeña embarcación equipada con motor fueraborda y cargada de inmigrantes clandestinos, a quienes un violento temporal con vientos de fuerza 8 estaba a punto de hacer zozobrar.
El buque, de 30 metros de eslora y propiedad del armador vizcaíno José María López – Tapia, acudió en ayuda de los norteafricanos en el preciso instante en que las olas volcaban la barca. Diecisiete personas fueron sacadas con vida del agua, entre ellas una mujer embarazada. El testimonio de los supervivientes era estremecedor: la tormenta se les había echado encima nada más comenzar la travesía y estaban a merced de las olas. El recuento confirmó los peores presagios. Cuatro de los pasajeros habían quedado en el mar y, tras una búsqueda infructuosa, se les dio por desaparecidos.
Los dos patrones del barco – el bermeano Elías Duque y el bilbaíno Iñigo López – Tapia, hijo del armador – ordenaron a la tripulación lanzar los anillos salvavidas a los náufragos que se debatían en el mar. Una vez a bordo, los tripulantes del ‘Raíces’ trataron de que entraran en calor. Les dieron ropa, mantas y comida. Aunque su estado físico no era malo – fueron avistados cerca de la costa y habían comenzado la travesía pocas horas antes – , estaban muy mareados. «Les condujeron a dos camarotes. El barco tiene capacidad para 16 tripulantes, pero sólo navegan seis, así que había espacio libre y les acomodaron en dos camarotes», explicaba ayer José María López – Tapia desde Getxo.
«Querían ir a Malta»
Los rescatados se negaron en todo momento a revelar su nacionalidad, «aunque por el color de la piel suponemos que se trataba de libios», explicó el segundo patrón a su padre cuando se reunió con él días después en Túnez. La única petición de los inmigrantes no se hizo esperar. «Querían que les llevasen a Malta, pero les dijeron que ni hablar». Pasaron tres noches a bordo. Las autoridades libias fueron puestas al corriente de inmediato, pero como el estado físico de los náufragos era bueno – salvo algún caso de hipotermia y deshidratación – se decidió que fuese la embarcación vasca la que les trasladase al puerto más cercano.
La orden, sin embargo, entrañaba una dificultad, ya que el buque – arrendado a la conservera murciana Tuna Farm – no podía abandonar las jaulas repletas de atunes. La tripulación solicitó entonces que otro barco acudiera a su encuentro para hacerse cargo del pescado. «Los hombres perdieron dos días de trabajo, pero esas cosas no cuentan cuando hay vidas en juego. Hicieron lo que tenían que hacer. La empresa, además, estuvo a la altura de las circunstancias. Contactaron con los servicios de salvamento libios y despejaron cualquier dificultad», relataba ayer satisfecho el armador. El remolcador se dirigió entonces al puerto libio de Misratah, próximo a Trípoli, donde desembarcaron a los inmigrantes y recibieron la felicitación de las autoridades locales.
El ‘Raíces’, que continúa su trabajo en el Mediterráneo, se dedica desde hace años a remolcar los atunes vivos que flotas de pesqueros introducen en redes de 50 metros. Estas ‘jaulas’ son arrastradas a una velocidad de apenas un nudo hasta granjas marinas de Italia, Túnez, o Libia – en España operan principalmente con la de Cartagena – , donde se procede a su engorde para su posterior envío a Japón, principal consumidor de este producto.
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