El secreto de cómo contar (bien) realidades durísmas a los peques

Enrique Portilla, en su premiado cuento 'La pequeña emigrante', explica a los más pequeños que, en algunos lugares del mundo, niños y niñas como ellos lo pasan muy mal. Los cuentos (duros) son necesarios

El Correo, SOLANGE VÁZQUEZ , 02-10-2020

Una niña de 5 años que tras el asesinato de su padre a manos de un cártel de la droga tiene que abandonar su país y realizar una penosa travesía hasta llegar a otro más ‘civilizado’, donde la primera muestra de bienvenida es separarla de su tía, su única familia. ¿A que no parece el arranque de un cuento para niños? Pues lo es. Y de uno muy premiado, ‘La pequeña emigrante’ del español Enrique Parrilla (editorial Mr. Momo, de Sevilla), que ha arrasado este mes de septiembre en la XXII edición de los ‘International Latino Book Awards’ unos prestigiosos galardones que se entregan en Los Ángeles y que promueven la alfabetización entre la comunidad hispana de Estados Unidos en la categoría de ‘Mejor libro ilustrado para niños latinos’. Su autor nos cuenta cómo es posible acercar a nuestros pequeños a una realidad tan dura como algunas políticas internacionales de inmigración y la consecuencias que tienen sobre niños y niñas como ellos. Porque la empatía también nace de los libros.

-Los cuentos no ‘vienen’ solos. ¿Cómo se le ocurrió este?

-Estaba viendo un programa de noticias cuando saltó el escándalo de la separación de niños de sus familias en la frontera de EE UU con México. Mientras contaban la noticia estaban poniendo de fondo las grabaciones que dos trabajadores sociales habían realizado en secreto, y se podía oír a una niña de unos seis años llorando pidiendo que por favor llamaran a su tita porque era muy importante que la recogiera antes de cenar. Me rompió el corazón, e intenté imaginar cómo era posible que hubiese terminado en esa situación.

-‘La pequeña emigrante’ presenta una realidad muy dura. ¿Es partidario de contarles la realidad a los niños (aunque sea mediante cuentos)?

-Creo que lo peor que se le puede contar a los niños es una mentira, pero también es importante darle contexto y tener en cuenta que están empezando a descubrir el mundo.

-¿A veces los adultos tratamos a los niños como si fuesen tontos?

-Sin duda, pero el primer tonto es el que se dirige a ellos de esa manera.

-¿Entienden más de lo que creemos?

-Bastante, solo tenemos que acordarnos de cuando nosotros éramos pequeños.

-La protagonista pierde a su padre, se va del país sin su madre, la separan de su tía… ¿Cree que a los niños que viven sin problemas económicos y en Europa les suena como irreal?

-Claro que les suena como irreal, y hasta cierto punto esto no es terrible porque demuestra el nivel de bienestar que hemos sido capaces de alcanzar. Precisamente fue por eso por lo que me quedé absolutamente aterrorizado cuando vi las imágenes de niños metidos en jaulas. Mis propios hijos me preguntaron cómo era eso posible, y de alguna forma el libro lo escribí para ayudarles a entender como algo así podía pasar.

-¿Cómo?

-Humanizando la imagen de los emigrantes que llegan desesperados a una frontera, cualquier frontera. A veces nos enquistamos en el discurso de que vienen a quitarnos el trabajo, o a delinquir, cuando la realidad es que todo el que arriesga su vida o la de sus hijos para meterlos en un viaje así solamente está intentado darles una vida mejor y huyendo a la desesperada de situaciones muy dramáticas.

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