Los niños mendigos ganan en la calle 1.500 euros cada mes
La Razón, 18-06-2006Madrid – Hay que tener arrojo para hacerlo, pero dedicarse a la mendicidad
puede resultar no demasiado gratificante, pero sí muy lucrativo. Un
salario de más de 250.000 pesetas de las de antes – libres de impuestos y
con todas las ventajas sociales de las que disfrutan los más
desfavorecidos – obligan cuanto menos a planteárselo. Esa es la particular
«nómina» de algunas de las personas que se dedican a mendigar por las
calles, como refleja la memoria del Defensor de Menor referida a 2005.
Según el documento, «el hábito de la mendicidad está muy arraigado en
algunos colectivos y es reforzado por los ingresos que obtienen, que en
algunos casos superan los 1.500 euros al mes».
En la
mendicidad, según la Institución que dirige Pedro Núñez Morgades, suelen
ocuparse las mujeres y los niños. Además, esta práctica «les lleva a
rechazar los programas sociales de integración, ya que esta actividad
entra en contradicción con los objetivos de los programas de
escolarización, salud, cuidado de los niños, empleo…»
Los asentamientos chabolistas suelen ser las «canteras» de las que se
nutre esta actividad. Uno de los apartados de la memoria recoge «la
situación de algunos menores de origen rumano, a los que se les ha visto
deambular por las calles, que en su mayoría proceden de los asentamientos,
de edades comprendidas entre los ocho y los catorce años, sin escolarizar,
que suelen ir en grupos pequeños, practicando la mendicidad e incluso
aprovechando los despistes de los viandantes para cometer pequeños hurtos».
Viviendas próximas al vertedero. En junio del año pasado, el Defensor del
Menor se desplazó hasta el asentamiento de la Cañada Real para conocer la
situación de los menores que allí habitan. De su visita destaca «varias
realidades sociales, aunque todas son contextos de riesgo para los niños y
niñas que residentes, unas más graves que otras». Según el documento, «a
lo largo de la Cañada Real existen otros asentamientos. Algunos de ellos
de larga trayectoria, por lo que se han construido viviendas que, aunque
ilegales, disponen de condiciones buenas de habitabilidad. Sin embargo, en
torno a estas viviendas se sitúan otras que no cumplen esos mínimos. En
algunas de estas zonas se desarrollan programas sociales y en otras no».
Más allá de la carretera asfaltada de la Cañada – añade el informe – continúa
un camino de tierra en muy malas condiciones, en dirección a Getafe, en el
que se observan chabolas a ambos lados. «Estas llegan hasta las
inmediaciones del municipio. Algunos niños de este asentamiento están
escolarizados pero no está establecida ninguna ruta escolar. En esta zona,
las condiciones higiénicas son muy malas y hay muy difícil acceso al agua
y a otros servicios básicos».
Núñez Morgades destaca la
dificultad de calcular la población infantil de estas zonas. Suelen ser
familias con un alto índice de natalidad; por cada dos adultos puede haber
más de tres o cuatro niños. De la campaña de vacunación realizada en
colaboración del Samur a finales de 2004, se detectó la presencia de unos
500 niños, pero las organizaciones que trabajan en la zona consideran que
puede haber bastantes más.
La memoria también tiene en cuenta
un problema que se está acrecentando, el traslado de familias que se
dedican al tráfico de drogas desde las Barranquillas a esta zona. Y es
que, según la Institución, «más de 100 niños han venido de las
Barranquillas. Allí quedan unos 84 menores de16 años. Algunos viven en
contacto con la droga y la delincuencia y, con 12 ó 13 años, consumen
cocaína y heroína».
El asentamiento se está
extendiendo tanto que las chabolas están llegando al vertedero. Algunas
familias cobran 30 euros para facilitar a los camiones descargar en las
puertas de sus hogares.
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