Ultramar. Situación manida

Canarias 7, 17-06-2006

Propuestas manidas. Discursos manidos. Críticas manidas. Situación manida. Coalición Canaria ha decidido estos días reclamar al Estado que no asigne ningún permiso de trabajo más en Canarias para ciudadanos que procedan de países no comunitarios, «mientras se mantenga el actual ritmo de crecimiento» de la población. Por recurrente, tal iniciativa, está, también manida, como lo están cuantas descalificaciones a ésta se han hecho desde todo el arco político parlamentario.


El debate sobre la capacidad de carga de este territorio y el desmesurado crecimiento poblacional registrado en estas Islas tiene ya más de 15 años de antigüedad y en todo este tiempo ha brotado una y cien veces sin que se haya adoptado decisión alguna sobre cómo hacer frente a esta realidad inobjetable. Una vez más volvemos a concluir que la historia, a los hechos hay que remitirse, dice bien poco a favor de cuantos han desempeñado relevantes cargos de responsabilidad en estas ínsulas tan densamente pobladas.


Recordemos. Ya en el año 1991 llegó al Parlamento de Canarias una propuesta de Ley de Iniciativa Popular Reguladora de la Condición de Residente en Canarias y hubo, incluso, un consejero del propio Gobierno regional que llegó a plantear la necesidad de primar la contratación de trabajadores isleños como medida para combatir el desempleo en esta comunidad. Entonces, tales propuestas fueron consideradas despropósitos y el asunto, que no el problema real, quedó hibernado. Ya se sabe que este es el país de las pausas, como lo definiera el ilustre Alonso Quesada. Y como es uso y costumbre en nuestra dirigencia a poco que nos enfrentemos a un asunto que puede levantar ampollas lo dejamos hasta más ver, independientemente de que ello alimente frustración y dé pie a que el conflicto se enquiste e, incluso, crezca. Así ha sucedido. La población ha seguido creciendo a ritmos muy significativos y la presión sobre el territorio ha continuado aumentado.


Ahora el asunto vuelve al candelero, aunque en este caso la llamada moratoria poblacional afectaría sólo a aquellos que vengan de países no comunitarios. Ya estamos con distingos. Olvidan que hasta hace bien poco echaban mano de la decisión alemana de dotarse de un mecanismo que demorase en el tiempo la entrada en sus fronteras de todos aquellos trabajadores de los países del este europeo que, como nuevos ciudadanos de la UE, tienen pleno derecho a radicarse en cualquier país de la Unión o del tratamiento singular que se le concede a las islas británicas del Canal.


Tristemente todo apunta a que no hay manera de desterrar las politiquerías en estos peñascos. El electoralismo preside los comportamientos y según marque aquel se resucita uno u otro discurso, mientras la voluntad real de hacer frente a los problemas brilla por su ausencia. En la anterior legislatura se creó. incluso, un comité de expertos y en ésta se ha formado un grupo de estudio con el Gobierno central para abordar el asunto de las altas tasas de población, los imparables flujos migratorios y la debilidad estructural de las Islas y, ya ven, estamos como en 1991 pero con un puñado más de gente y de presión sobre el suelo isleño.


Eligio Hernández ya lo advirtió hace un buen montón de años: «Cuando un problema de este tipo no es encauzado a tiempo corre el riesgo de desbordarse y se termina perdiendo el control».


Menos politiquerías manidas, pues; y, al turrón, caballeros y caballeras.

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