«¡Pero cómo explicamos esto!»

Malestar en el PSOE canario. Crece la preocupación en el seno del partido ante la sensación de que Madrid no hace caso y da alas a las tesis nacionalistas que alientan una censura

Canarias 7, FRANCISCO SUÁREZ ÁLAMO, 09-09-2020

Cuando el viernes por la tarde ya aparecía en las ediciones digitales de los periódicos que algo más de un centenar de inmigrantes habían sido alojados en el complejo de bungalós Vistaflor, en Maspalomas, entre los cargos institucionales y orgánicos del PSOE empezó a circular por mensajería telefónica un argumentario. Básicamente sostenía que «el pueblo canario es solidario», que se estaba reaccionando ante un problema humanitario y que lo importante era dar un trato «digno» a los migrantes.

A partir de ahí, decenas de cargos socialistas empezaron, en un ejercicio de disciplina, a lanzar mensajes en las redes sociales. Claro que casi a la misma hora la alcaldesa de San Bartolomé de Tirajana, Conchi Narváez, a la que dentro y fuera del PSOE adscriben al círculo de Sebastián Franquis y del propio presidente Torres, salía al paso mostrando su rechazo a que la planta alojativa se convierta en un centro de confinamiento casi permanente, máxime cuando el turismo atraviesa su peor momento en años.

Entre el viernes y el domingo el debate estuvo servido en las redes. Unos señalando que el Gobierno de Sánchez daba ejemplo de trato humanitario a los inmigrantes en Canarias, otros preguntándose por qué no se repartían las cargas con otras comunidades autónomas y un tercero instalado en mensajes claramente xenófobos.

El lunes por la tarde, cuando Torres aprovechó el acto de firma del acuerdo sobre los ERTE para anunciar el «profundo malestar» de su Gobierno y el suyo propio ante el plantó del ministro Escrivá, los teléfonos se reactivaron. Pero entonces ya no intervenían los que el viernes habían actuado como ventiladores esparciendo el argumentario del PSOE. Lo que corría como la pólvora era un mismo comentario: «¡Pero cómo explicamos esto!».

Ayer la sensación de orfandad fue a más. Sobre todo cuando empezó a ser evidente que no hay unidad de actuación. Al respecto, un detalle: el lunes el presidente del Cabildo majorero, el socialista Blas Acosta, hizo unas declaraciones, recogidas ayer por este periódico en su edición impresa, advirtiendo del error que supone mezclar atención a los inmigrantes con oferta alojativa turística. Y ayer por la mañana salían de la Misión Cristiana Moderna las guaguas que trasladaban a decenas de migrantes a un complejo turístico de Corralejo.

De la orfandad política se ha ido pasando en unos casos al cabreo nada disimulado y en otros a la preocupación. Máxime cuando los socialistas han visto cómo sus aliados en el Pacto de las Flores se desmarcan de las actuaciones de la Delegación del Gobierno y de la ausencia de explicaciones por parte del Ejecutivo central. Casimiro Curbelo, líder de la Agrupación Socialista Gomera, ya salió reclamando un «plan integral» que es competencia de Madrid y que debe incluir el uso de instalaciones de titularidad estatal. Por su parte, Podemos también se desmarcó ayer de la actuación del Gobierno central. Y Nueva Canarias, que el domingo se mostraba confiado en que la visita del ministro Escrivá diese resultados concretos, se suma al grupo de los descontentos.

Con todo esto en la coctelera, entre los socialistas empieza a cundir la preocupación ante la posibilidad de que sus compañeros de Madrid y de la Plaza de la Feria estén dando munición a Coalición Canaria, Partido Popular y Ciudadanos para armar una moción de censura regional que pudiera contar a última hora con el apoyo clave de ASG. O incluso de NC. La otra preocupación es que también se esté alimentando el malestar en el que pescan apoyos y votos formaciones como Vox, que han crecido electoralmente en la península en torno a un discurso en torno al rechazo a la llegada sin control de inmigrantes irregulares.

Ayer, cuando los vídeos de la llegada de la enésima patera sin ser detectada circulaban entre los móviles, muchos socialistas intercambiaban mensajes preguntando lo mismo: «¡Pero cómo explicamos esto!». Acabó el día otro más y no hubo respuesta de quienes escriben los argumentarios socialistas. Tampoco desde la Plaza de la Feria.

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