ARTÍCULO // EL PUNTO DE VISTA
LOS SÓTANOS DE LA SOCIEDAD
El Periodico, 16-06-2006Una de las consecuencias de la inmigración es el aumento de la pobreza. El último informe de Cáritas no deja dudas. El 70% de las personas atendidas por la institución en el 2005 son extranjeros que han emigrado a Catalunya en busca de una vida mejor. El informe de Cáritas de Barcelona puede tomarse como una muestra informal, pero muy reveladora, de la situación de la pobreza en Catalunya.
Un dato básico es que esta ha crecido en un 6,88% (1.445 personas más atendidas por la institución en el 2005). Otro dato básico del perfil de la pobreza es que tiene rostro de mujer (son el 57% de las personas atendidas frente al 43% de hombres) El 12% del total son madres solteras que carecen de apoyos para mantener a sus hijos, viven hacinadas en habitaciones increíblemente pequeñas y sufren desequilibrios psicológicos de diversa gravedad. El 43% de las personas atendidas por Cáritas provienen de América Latina. El hecho de que provengan de una tierra de cultura católica les hace probablemente más fácil recurrir a esta institución. Otro 43%, que no son necesariamente las mismas personas, están en una situación administrativamente irregular, es decir, sin papeles.
La gran mayoría de quienes llegan legal o ilegalmente a España son pobres. Por eso precisamente emigran, para encontrar una vida mejor. Algunos emigrantes no son en absoluto pobres, como los jubilados del Norte de Europa que vienen a España para disfrutar de un buen clima y los empleados de empresas multinacionales en el territorio español, o las mafias criminales de procedencia diversa. Fuera de estos casos, se puede afirmar que la inmigración aumenta el número de pobres. Pero no todos los inmigrantes continúan siendo pobres por muchos años. De hecho, la mayoría de ellos pronto encuentran trabajos que les permite llevar una vida no solamente mucho mejor que la que tenían en sus países de origen, sino realmente digna con respecto a los estándares españoles.
EL ENORME aumento de contribuciones a la caja de la Seguridad Social es una prueba de que la mayoría de inmigrantes mejoran pronto su suerte laboral y su nivel de vida. En efecto, el crecimiento económico que experimenta España es causa y efecto de la mejora de la suerte de los inmigrantes. El problema está en la transición, en ese tiempo que pasan los que llegan sin contrato de trabajo hasta que encuentran un empleo decentemente remunerado que les permita salir de la pobreza. Ese período de adaptación o integración en la sociedad que los recibe debe atraer las miradas de las administraciones públicas y de las organizaciones asistenciales privadas como Cáritas. Porque en esa fase es donde se concentra el sufrimiento de los inmigrantes: la marginación, el hacinamiento, los problemas de salud, la explotación laboral, el desempleo, el acoso de las autoridades y el desprecio de los ciudadanos. Todos debemos procurar que este período de adaptación sea lo más breve y más humano posible.
De todas maneras, es muy distinto ser pobre en España que serlo en Senegal, Níger o Nicaragua. Eso parece ser lo que piensan los mismos inmigrantes, quienes no reparan en lanzarse a la aventura (muchas veces con riesgo de sus vidas) sabiendo que pasarán algún tiempo en los sótanos de la sociedad de los países a donde van antes de salir a la luz del desarrollo y la buena vida. En cierto sentido tienen razón. Porque por lo menos en Europa (de Estados Unidos no estoy tan seguro) los funcionarios que los reciben tienen ciertos niveles de comportamiento respetuoso, legal, predecible, hasta humano, incluso cuando los expulsan del país. En sus países de origen no serían tratados de esta forma.
ADEMÁS,LLEGAN a un territorio donde hay “bienes públicos”, como la seguridad ciudadana, la cual, a pesar de las excepciones de que tanto nos quejamos, es incomparablemente mejor que la de sus países, sobre todo en África. Aquí impera una legalidad, un sistema de justicia que funciona, se da una buena atención médica gratuita, existen escuelas abiertas a todos, organizaciones asistenciales y muchas ayudas. No hay duda de que los pobres en España están mejor atendidos que los de África, Haití y Centroamérica. Pero, claro, eso no basta.
Nos hemos concentrado en los inmigrantes pobres, pero ellos no agotan el número de los pobres atendidos por Cáritas. Ancianos con una pensión de 300 euros al mes, niños de padres separados, jóvenes desempleados y ahogados económicamente, enfermos sin domicilio que pululan por las calles y los mendigos completan el cuadro. La pobreza en Catalunya en medio de tanta riqueza, lujo y despilfarro es una indecencia y una vergüenza para los gobernantes, los economistas, los curas, los empresarios y todos los ciudadanos. El informe de Cáritas nos tendría que sacar los colores y motivarnos a la acción.
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