Cáritas alerta del aumento «exponencial» de marginados con enfermedades mentales

Reclama a las instituciones que creen recursos sociosanitarios para atender esta nueva forma de exclusión social Las dificultades de acceso a vivienda agravan la situación de las familias

Diario Vasco, 16-06-2006

SAN SEBASTIÁN. DV. Cáritas de Gipuzkoa advirtió ayer que las instituciones públicas – «Osakidetza, Gizartekintza…» – deben mejorar de forma significativa los recursos que destinan para la atención sociosanitaria de las personas pobres y marginadas, sobre todo porque aumenta de modo «exponencial» el número de personas excluidas que sufren enfermedades mentales. Esta organización de la Iglesia dedicada a la acción social presentó ayer su memoria de actividades de 2005, año en que atendió a casi 15.000 personas en el territorio histórico: inmigrantes, personas sin hogar, enfermos de sida, mujeres sin recursos, jóvenes en situaciones de riesgo, etcétera.

Cáritas, con más de mil voluntarios y un presupuesto que superó los cuatro millones de euros, atendió a casi 5.000 personas en sus hogares de acogida, y prestó ayuda material a otras 9.500 personas a través de las 150 comunidades parroquiales del territorio histórico.

El delegado episcopal, José Ramón Trebiño, explicó que además de las «necesidades primarias», como alojamiento y comida, Cáritas ofrece a las personas que piden ayuda «una acogida afectiva que les permita, en la medida de lo posible, una vida normalizada». Sin embargo, este fin se ve obstaculizado cada vez más por dos circunstancias: la creciente incidencia de la enfermedad mental y la imposibilidad de acceder a vivienda.

Sin recursos

«Hay un cambio importante en el perfil de las personas que acuden a Cáritas – prosiguió Trebiño – ; cada vez son más las que tienen una enfermedad mental, y en muchos casos no siguen ningún tratamiento o ni siquiera han sido diagnosticados. Son personas que si fueran atendidas por personal adecuado, podrían llevar una vida más normalizada, pero no hay recursos: hacen falta pisos tutelados, personas que les acompañen, centros de día, talleres, etcétera».

Los marginados que sufren demencia, esquizofrenia y otros trastornos de la personalidad se encuentran «muy a la intemperie» y en la más absoluta desprotección, porque carecen de domicilio y vínculos familiares, están solos y en ocasiones son politoxicómanos, y no hay recursos sociosanitarios que los amparen.

Trebiño sostuvo que este proliferación de marginados con trastornos psiquiátricos se ha producido en parte por no haber sido atendidos. «Predomina la corriente de que el enfermo debe mantenerse en su familia y entorno vital, pero cuando estos se rompen, él cae. La marginación lleva a la enfermedad mental, pero ésta también conduce a veces a la marginación», apostilló.

Otra vertiente de las nuevas formas de exclusión social está ligada a las dificultades, muchas veces insalvables, para acceder a un piso. La exigencia de nóminas y avales bancarios que acrediten la solvencia de quien quiere alquilar una vivienda se suma al rechazo de muchos propietarios que no quieren que en sus inmuebles entren, por ejemplo, familias de etnia gitana.

El secretario general de Cáritas, José Emilio de Lafuente, instó a las instituciones a que lleven a cabo «una política de vivienda social, justa, audaz y comprometida», ya que a pesar de que se promocionan viviendas de protección oficial, «éstas no benefician a los colectivos más desfavorecidos, por lo que es necesaria la incorporación de cláusulas sociales a la legislación».

Además de los cinco pisos de acogida que palían estas situaciones, y por los que pasaron un centenar de personas durante el año pasado, Cáritas abrió en noviembre el centro de pernoctación Hotzaldi, en Donostia, atendido por tres educadores y sesenta voluntarios. Entre el 15 de noviembre y el 3 de marzo, un promedio de 30 personas durmieron en las camas dispuestas en esta antigua iglesia. En total 4.000 pernoctaciones que efectuaron 120 personas, de las que una docena eran guipuzcoanas y la mayoría, emigrantes. Este servicio y la oferta de camas en el Hogar del Transeúnte y los pisos dispuestos por el Ayuntamiento de San Sebastián han permitido que durante el pasado invierno «todo el que quiso, pudo dormir a cubierto».

Por otra parte, en el centro de atención a inmigrantes Laguntza Etxea de Intxaurrondo fueron atendidas 4.000 personas, de las que 1.000 fueron nuevas en el centro, lo que supone «una rotación importante», señaló. El 60% fueron hombres y la media de edad fue de entre 20 y 40 años, en su mayoría latinoamericanos y magrebíes.

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