El informe sobre comercio e inmigración disecciona este sector, pero ¿qué opinan estos extranjeros? ¿Están a gusto en Vitoria? ¿De qué se quejan? Los redactores del documento han realizado 45 entrevistas para conocerlo y han desvelado varias conclusiones de calado.

En resumen, el colectivo reclama más aparcamiento en el centro para sus clientes, más actividades e incluso «mover a empresas e instituciones al Casco Viejo» para aumentar el tránsito de personas, así como «instalar cajeros automáticos». Esta cuestión coincide con el diagnóstico del Ayuntamiento, que busca fórmulas para revitalizar la zona medieval con un garaje subterráneo en El Campillo y con la obra de instalación de las rampas mecánicas, iniciada en marzo. Además, el Gabinete Alonso proyecta ya el traslado de los departamentos de Urbanismo y Medio Ambiente al antiguo Hospicio, ubicado en la calle San Vicente de Paúl.

Pero hay más. Los emprendedores extranjeros también piden más ayudas económicas y muchos de ellos solicitan una rebaja de impuestos. En otro ámbito, hay quien denuncia «la discriminación al alquilarnos lonjas» y varios plantean crear una asociación que agrupe a todos los comerciantes inmigrantes para defender sus intereses.

Buena impresión

En general, según el informe, gran parte de las personas entrevistadas coinciden en que lo que aportan a la ciudad es «una gran variedad de productos a un precio muy competitivo». La mitad de los preguntados así lo cree y recuerda que además «generamos empleo».

Ninguno de los extranjeros que ha participado en la encuesta cree que su negocio esté mal visto. Simplemente, consideran que su local está «bien» en un 43% de los casos o que es «normal» en un 36,9%. El trabajo, en cambio, revela algunos detalles al respecto que no son tan optimistas. Y es que los inmigrantes dejan entrever «cierta falta de recursos» en el mobiliario y los escaparates, en parte porque prefieren «atender a la demanda antes que cuidar el atractivo estético».

Además, el 71% de las personas que regentan estos establecimientos apunta que su principal competencia comercial es doble. Primero, el resto de mostradores de inmigrantes, y luego las grandes superficies. Por tanto, no creen que las tiendas autóctonas puedan robarles demasiados clientes.