Ese guitarrista del Metro que todas las mañanas hace sonreír al atareado transeúnte, parado por un segundo en la nota musical de aquella canción. El grupo de acordeonistas del Palacio de Oriente que transmite tanta energía positiva. La chica que pone los pelos de punta cuando se pone a cantar en la plaza. Ellos y todos sus admiradores, anónimos fans fugaces, tienen una cita el próximo 23 de junio en el Círculo de Bellas Artes, donde los músicos callejeros van a tomar un escenario de verdad en la segunda edición de Las Noches Bárbaras.

La fiesta del solsticio de verano se celebrará entre las diez de la noche y las tres de la mañana, y recorrerá toda la espina dorsal del Círculo, involucrando al Vestíbulo, la Pecera, el Salón de Baile, la Sala de Columnas y la Fuentecilla. Los grupos que integrarán el programa han sido seleccionados a pie de calle, según su procedencia, estilo musical y número de componentes, «en un intento por alcanzar la mayor variedad artística y étnica posible», según informa la organización. Aparte de las actuaciones programadas, el escenario de la Sala de Columnas quedará abierto para que puedan pasar, en actuaciones de unos 10 minutos, aquellos músicos que lo soliciten.

Dentro de las novedades de este año, además, se ha editado un CD recopilatorio con las actuaciones de la pasada edición y con el trabajo fotográfico de Luis de las Alas y Antonio Merinero.

«Queremos que sea el reflejo de lo que está pasando musicalmente en Madrid», explicó Carmen Vela – organizadora del certamen – durante la presentación del mismo ayer en el Círculo. Y lo que ocurre en la capital habla, sobre todo, rumano. De allí procede el cuarteto Rumen Crumov, asiduo al Palacio de Oriente, y uno de los mejores acordeonistas de la ciudad. También rumanos son Los amigos del jazz, Trayan Georgiev e Iana y su marido, que salen de las principales estaciones de Metro y del Rastro para llevar al Círculo su música.

Músicos latinos como los brasileños Gladston Galliza y Tribal House, algunos de Europa del Este y el lado más auténtico de la música callejera española, Chicho y su Orquesta Pasodoble (que, según bromearon los organizadores, pueden aparecer hasta con una cabra), completan un programa abierto a los sonidos de las aceras.