Canela Fina. Esos nervios
Canarias 7, 14-06-2006
Quién dijo que había que tener altura para no hacer de la inmigración irregular un escenario de disputas político – electorales? Me pareció que era un clamor, pero debo estar equivocada. Los nervios se han desatado y ya sólo cabe esperar a ver cuál dice el disparate más grande.
Vale que CC es una formación oportunista y con escasos escrúpulos cuando de lo que se trata es de permanecer en el machito al precio social que sea. Vale. Pero la reacción que ha tenido en el resto de los partidos la propuesta de los nacionalistas de promover lo que han dado en llamar una moratoria laboral es un tanto histérica. Sobre todo porque en ningún caso se paran a valorar si es posible tal moratoria, cómo se implementaría y cuál serían los beneficios que reportarían al mercado laboral canario. Me temo que, como mínimo, la medida pondría en un serio apuro a todos aquellos ciudadanos que demandan servicio doméstico para limpieza o cuidado de niños y ancianos. Y también a muchos empresarios con dificultades para conseguir mano de obra en el ámbito local. A no ser, claro está, que los nacionalistas promuevan una depuración del mercado laboral tal que haga aflorar para este sector de empleo a los no foráneos que prefieren cobrar el paro y/o mantener los cáncamos a trabajar en oficios que aquí se consideran poco menos que indignos. Si los aprietan hasta el punto de obligarles a trabajar en las plazas que ocupan tantos no comunitarios les van a linchar. Pero allá ellos. ¿O es que la moratoria sólo regiría para aquellos puestos de trabajo que sí codician los nacidos canarios, los peninsulares afincados en las Islas y los comunitarios? Ciertamente complicado.
Es más fácil rebatir la última andanada nacionalista poniendo en evidencia sus contradicciones que el grito en el cielo. Es lo que han hecho los socialistas, que en el colmo de la histeria acusan a CC de haber promovido la supuesta superpoblación que denuncian con un desarrollismo económico insostenible que ha funcionado como un poderoso efecto llamada. O el de NC, que simplifica las cosas arrimando el ascua a su sardina, esa que pescó Román Rodríguez en los años de su mandato como presidente del Gobierno y se denominó moratoria urbanística y turística.
Aunque sí tienen razón los socialistas cuando acusan a CC de no haber sabido gestionar los cuantiosos fondos que han recibido las islas para la formación, motivo por el cual los canarios compiten en la parte baja de la tabla de los empleos con los inmigrantes, deberían reconocer que habría sido extremadamente difícil para cualquiera parar un desarrollo económico quizás desbocado, pero en todo caso liberador de tantas miserias anteriores.
NC tampoco es justa. La moratoria que dicen permanece en un cajón – su destino más probable tal y como se hicieron las cosas – no hubiera frenado en ningún caso la actividad constructora y de servicios que ya estaba autorizada y la que la aprobación de las Directrices puso aceleradamente en marcha.
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