Wilma

La Voz de Galicia, LUIS M. RODRÍGUEZ, 09-07-2020

Wilma Rudolph fue protagonista de una de esas historias de superación que tanto le gustan a los norteamericanos llevada incluso a la pantalla grande, para resaltar las gestas de sus deportistas. Nació en el sureño estado de Tennessee en 1940 y saltó una serie de barreras que frenarían a la mayoría de los mortales. En una comunidad que discriminaba por la raza, era la vigésima hija de veintidós, en una familia negra y pobre. La polio le causó problemas para andar y un médico le dijo que nunca lo conseguiría, pero su madre la convenció de que sí sería posible.
A pesar del sexismo, el racismo y sus escasos recursos económicos, logró convertirse en atleta olímpica con solo 16 años. Y con 20, en Roma, ganó los 100 y 200 metros, así como los 4×100. La gacela negra fue la mujer más rápida del mundo en 1961 y participó hasta su muerte en manifestaciones contra la segregación racial, a la vez que promovió becas para que los jóvenes sin recursos practicaran deporte.La sociedad cambió a mejor desde entonces, aunque algunos de esos problemas de Wilma aún afecten a millones de personas. Además de seguir remando en ese sentido, también debemos medirnos con una pandemia que paralizó el mundo durante meses y, aunque parezca una cuestión menor, no deberíamos olvidarnos de la importancia de los hábitos saludables del deporte para luchar contra el covid-19. El miedo legítimo y lícito menguó algunos campamentos y la actividad de más de un club deportivo, pero precisamente los niños son los que deben ser educados en una forma de vivir que nos ayude a no repetir errores. Tenemos una misión formativa.

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