Luda Davidenko, la remera oriotarra con ocho apellidos ucranianos

La aguilucha debutó con bandera a sus 20 años el domingo en la Liga Euskotren después de venir a vivir a Orio con 12 de la mano de la Asociación Chernobil

Diario Vasco, OSKAR ORTIZ DE GUINEA , 09-07-2020

Tiene cero apellidos vascos y su familia aún no tiene claro qué es una regata de traineras. Pero ella vive el remo con pasión. «¡Imagínate siendo oriotarra! En el pueblo todo el mundo es amarillo», explica Lyudmyla Davidenko Oleksiivna, ‘Luda’. Su nombre delata su origen, no su identidad. «Nunca digo que nací en Ucrania pero vivo en Orio. Me considero euskaldun y oriotarra en un 70%, y un 30% ucraniana». Fue una niña de Chernobil y ahora, con 20 años, es remera de la Txiki.

Procede de Gostomel, «cerca de Kiev», una localidad de unos 16.000 habitantes conocida por la ubicación del aeropuerto Antonov, donde residen sus padres, Oleksii y Olga, y sus hermanos Dmitrii, de 22 años, y Tatiana, de 10. «Allí no hay nada», apunta.

El domingo debutó en la Liga Euskotren con victoria en A Coruña. «Solo ir con el equipo ya me hacía ilusión. Así que remar y además ganar la bandera fue increíble». Echó de menos el recibimiento en el pueblo, «pero es normal. Entre el coronavirus y que la plaza está en obras… Ojalá haya más oportunidades. Mi sueño es ganar la Bandera de La Concha».

Sus padres y sus dos hermanos viven cerca de Kiev y, aunque le tiran sus raíces, se considera en un 70% euskaldun y oriotarra

El encuentro junto al río Oria, que lo divisa cada día desde el balcón de casa, es en euskera, en el que se expresa «mejor que en castellano», aunque es en este idioma en el que estudia un grado medio de frío y calor en la escuela de Zubieta. Vino a Orio con siete años, a través de la Asociación Chernobil, para pasar el verano de 2007. Hablaba ruso y ucraniano, pero «con gestos y señas enseguida me entendía con mis aitas de aquí, Xabi y Marije». Pronto empezó a chapurrear con ellos. «Hubo quien les decía que me hablaran en castellano, porque sería más útil en el futuro. Y menos mal que no les hicieron caso, porque en Orio todos nos relacionamos en euskera».

Regreso a Ucrania
Tras cada verano de udalekus regresaba a Ucrania, donde su madre cuida la huerta familiar y su padre trabaja en una empresa de carpintería en la que ahora también trabaja su hermano Dima. Con 12 años, le plantearon quedarse en Orio. «Con esa edad –recuerda Luda– no tienes nada claro», pero ella descubrió el remo. «El aita es de Legorreta y la ama de Orio, y siempre me había hablado del remo. Pero a mí no metiraba. Probé el tenis, la natación, el sófbol… En los udalekus, una quincena tocó un cursillo de remo y me encantó. Al llegar a casa, les dije ‘no me apuntéis a nada más. Quiero hacer remo’».

Su generación inauguró la actual sede del club aguilucho, donde recuerdan que Luda era «todo fuerza» y destacaba por su gran físico. «Lo pasaba mundial con los entrenadores: Ibon Urbieta, Borja Mena, Xabier Ruiz, Ibon otra vez…». Fue campeona de Gipuzkoa y Euskadi cadete en skiff, pero un día «me dio la locura».

Lo cuenta con la misma naturalidad con la que se pone la camiseta amarilla. «Un mes al año iba a Ucrania y siempre me pasaba igual: cuando debía volver a Orio, me entraba la llorera. Luego venía aquí, y estaba muy bien. Pero con 16 años decidí quedarme en Ucrania. Una locura. Me enfadé con todo el mundo. También conmigo misma. ¿La edad? No sé… Sentía que quería estar tiempo con mi hermana, diez años menor». Pasaron dos años.

Con 18, se dijo que «debía espabilar y tomar decisiones. Piensa que los precios son parecidos a los de aquí y el salario es de doscientos y pico euros. Aunque pueda sonar duro, era consciente de que si venía aquí iba a ser una boca menos en casa. Y, además, yo iba a tener un mejor futuro».

Luda coge carrerilla. «Aunque no lleguen aquí las noticias, aún sigue la guerra. Mi padre se libró por tener tres hijos y mi hermano, por la vista». Todo se alineó para que su veleta mental apuntara a Orio. «Aquí soy feliz, con mis padres, amigos, el remo… No quiero volver a Ucrania hasta que no me asiente aquí, acabe los estudios y empiece a trabajar».

En San Juan y Orio
Al volver retornó al remo. «Algo tiene que engancha. Acabas una regata muerta que no quieres volver a remar, y al día siguiente vuelves. En Ucrania quise practicarlo, pero el club más cercano estaba a hora y media. Y en el pueblo no había alternativas salvo algún local de fitness. Tengo tendencia a coger peso, y al no hacer nada engordé 30 kilos. Con ese peso puedes ir rápido en un skiff, pero eres un lastre en la trainera».

Se considera «cabezona». Se fija una meta y va «a por ella». Su reto fue ser parte de la tripulación aguilucha. «El aita me animaba a correr y con la ama me iba a andar para bajar peso». El curso pasado, en su primer año senior, aún no estaba lista para la Txiki, con la que remó el test de San Pedro, y fue cedida junto a seis juveniles de la cantera amarilla a San Juan. «Fue un año precioso. Yo era la mayor junto a otras dos de mi edad. Empezamos de cero, pero fuimos mejorando día a día y al final ganamos una regata (en Bilbao) y entramos en la tanda de honor de La Concha cuando nadie esperaba».

«Cuando llegué aquí probé el tenis, la natación y el sófbol hasta que descubrí el remo en los udalekus. Mi sueño es ganar La Concha»

El invierno se hizo un hueco en Orio. «Era lo que quería, y tenía claro que debía sacrificarme. Xanti Zabaleta siempre me ha dado confianza pero no pensaba debutar tan pronto, en la segunda regata. Él ha hecho que el vestuario sea una piña y Nadeth (Agirre, la patrona) tuvo detalles que aún me emocionan: a mí me dio el maillot de líder por ser debutante, como hizo el sábado con Edith Uranga; a Vicky (Piñeiro), la proel, el de mejor patrona por su ayuda en las ciabogas; y a Lukene (Lizaso), la txapela porque era su primera bandera».

Confía en que Orio marque el ritmo al verano, pero «no será fácil. Donostiarra está cerca, Hondarribia ha subido y Arraun va a mejorar». Mientras, seguirá enviando a Gostomel las fotografías y vídeos de regatas que le preparan Xabi y Marije. «Mi abuelo fue deportista y en casa están encantados con que yo lo sea, aunque no entiendan las regatas».

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