Los vecinos creen que «el pueblo es una caja de bombas... ¿y explotará!»

La Verdad, 13-06-2006

Dos exclamaciones podrían resumir a la perfección el sentimiento de la mayoría de los vecinos de Torre Pacheco que ayer conocían la noticia del secuestro del pequeño Iván. La primera: «¿Esto se veía venir!». Y la segunda, más teñida de temor y resignación, sonaba casi a suspiro: «¿Volverá a pasar!».

En Torre Pacheco, desde hace unos años, el clima de inseguridad ciudadana roza cotas que, en opinión de José López, un comerciante de la zona, «está todo el mundo encendido. No nos sentimos protegidos y faltan más policías. Por no hablar de la Guardia Civil».

La espectacular llegada de inmigrantes al municipio, aunque gracias a su labor se mantiene la producción agrícola, también genera, en opinión de muchos residentes, un gran número de parados.

Aunque todos evitan caer en comentarios racistas, pocos dudan un segundo en aclarar que la mayoría de los robos y atracos son perpetrados por extranjeros. «No es cuestión de racismo – advierte José – . La realidad es la realidad. Es cierto que unos vienen a trabajar; pero otros vienen a hacer daño».

María Ros, dependienta en una tienda del centro, denunciaba que a una de sus hijas «le pusieron hace unos días una navaja en el cuello. Y no para robarle. Fue porque ya habían robado en un comercio e intentaron utilizarla como escudo». En su opinión, por las calles del municipio «circula a todas horas mucha gente desocupada, sin trabajo conocido. Realmente, en este pueblo cada vez tenemos más miedo». A tal extremo ha llegado la inseguridad en la zona que muchos padres prohíben a sus hijos que regresen a casa solos a determinadas horas. «Y otros nos pasamos la noche en vela esperando a que lleguen», concluye María.

Los vecinos también denunciaron ayer que faltan más agentes de la Guardia Civil, ya que a determinadas horas apenas hay dos patrullas para un gran número de poblaciones. Al respecto, Antonio Gómez, otro residente en Torre Pacheco, reveló que hace apenas unas semanas alguien asaltó su hogar. «Y después de dar aviso a la policía, llegaron a mi casa… pero ocho horas más tarde. ¿No quiero ni pensar en que los ladrones hubieran estado dentro!», concluye.

Crece la indignación

Gran parte de los vecinos advierte de que, más temprano que tarde, se echarán a las calles para exigir un aumento en las dotaciones, sobre todo, de la Guardia Civil. «Pacheco ha llegado a un extremo – continúa Antonio – que sólo se puede comparar con una caja de bombas… ¿Y no tardará en explotar!». Opinión que secundaban quienes lo escuchaban después «suplicar a quien mande en Murcia» que aumente de inmediato el número de agentes.

A medida que la noticia se extendía por el pueblo, la indignación crecía al tiempo que se alargaba la espera. Cumplidas las ocho y media de la tarde, cuando el pequeño todavía no aparecía, un gran número de vecinos se daba cita en calles y plazas para conocer los detalles de este bárbaro secuestro.

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