Emigración, la primera industria de la costa de los cayucos
Canarias 7, 12-06-2006
Madrid
África Occidental tiene playas paradisíacas y atesora todo tipo de materias primas, incluyendo petróleo y metales preciosos. Pero su principal fuente de financiación no es el turismo o la inversión extranjera. Quienes aportan el principal saldo de divisas a la balanza de pagos de la región son los emigrantes por medio de las remesas que envían a sus familias.
En 2003, por primera vez en la historia, las remesas aportaron a los 12 países de la Costa de los Cayucos más divisas que la inversión extranjera, alcanzando 1.358 millones de dólares. En los últimos años, las remesas han ido rebasando a otros ingresos en divisas de la región de forma constante. Por ejemplo, en 1998 las remesas de los emigrantes aportaban a la región menos divisas que el turismo, pero desde 1999 superan a los ingresos turísticos con nitidez.
El principal receptor de remesas en la región es Senegal, con 511 millones de dólares americanos en 2003, lo que supuso el 8% de su PIB. Le siguen Mali con 154 millones, o bien el 4% de su PIB y Togo, con 149 millones, lo que representa el 9% del PIB. El país más dependiente de las remesas en la región es Cabo Verde, para el que representan el 12% de su economía.
Para el conjunto de la región las remesas representan el 3% del PIB, cuando en 1990 apenas rebasaban el 1%. Este proceso se explica por las difíciles circunstancias de la zona, un verdadero continente menguante, que sólo a partir de 2003 logró tener un PIB superior al de los años 80. Esta prolongada crisis provocó una intensa emigración. Primero intraregional, sobre todo hacia Costa de Marfil. Pero cuando la crisis se esparció por toda el área, se convirtió en internacional.
Todo ello a pesar de que los economistas coinciden en que las cifras oficiales de remesas apenas recogen una fracción de su tamaño real. El motivo es que buena parte de estos fondos llega a destino por caminos informales, que son difíciles de contabilizar. En ocasiones las lleva en mano el emigrante cuando regresa; a veces llegan en especie, como regalos o, simplemente, bajo la forma de unos billetes escondidos entre las hojas de una carta.
Ninguno de estos países realiza una estimación de estos fondos que arriban por vías informales, por lo que la cifra real de remesas podría multiplicar por tres la oficial. Esta desviación contable es un síntoma de la sorprendente falta de interés por estos flujos. Otro síntoma evidente es que la UNCTAD, fuente de los datos con los que se ha elaborado este artículo, sólo ofrece datos de remesas hasta 2003, mientras que de otras variables económicas los ofrece de 2005.
desaprovechadas. Cabe pensar que estas remesas podrían financiar un mayor desarrollo de la región, pero hay otros indicios que sugieren que no se están aprovechando.
Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional no menciona las remesas en su Poverty Reduction Strategy Paper (se pueden encontrar en http://www.imf.org/external/np/prsp/prsp.asp) de Senegal, el principal receptor de remesas en la región. Tampoco hay ningún capítulo sobre remesas en el de Malí, segundo receptor en la región.
En todos estos países existe un Ministerio de Turismo o de Inversión Extranjera, pero no hay nin guno de remesas, que aporta más fondos.
Tampoco la comunidad internacional tiene una actitud muy distinta, pues no existe ningún organismo especializado en remesas, cuando el turismo dispone de la Organización Mundial del Turismo, con sede en España, o las inversiones extranjeras son apoyadas por instituciones como el Banco Mundial con las Naciones Unidas por medio de la UNCTAD. Tan sólo en los últimos dos años comienzan a verse iniciativas al respecto, dónde España ha realizado aportaciones relevantes. Pero todavía no bastan.
Enviar remesas desde España al África Subsahariana cuesta de media un 63% más que a Ecuador, según la organización remesas.org. Para enviar 150 euros a su casa, cada africano tiene que pagar una media del 9,8%, es decir, casi 15 euros. Una cantidad que supone un sacrificio casi heróico para los africanos, quienes suelen desempeñar trabajos mal pagados, frecuentemente irregulares y temporales.
¿Si ellos hacen este enorme sacrificio, no sería razonable ayudarles a ayudarse? Bastaría que las remesas a esta región costaran los mismo que a Ecuador para que llegaran varios millones de euros más a destino.
Bastaría con que el 1% de estas remesas se destinara a inversiones productivas para crear miles de puestos de trabajo en la región.
Africanos contra africanos
(Foto: canarias7)AMPLIAR
Frontera. Un gendarme vigila la frontera de Marruecos con España en Ceuta, una de las más conflictivas en el área y que es atravesada por miles de personas.
Hasta hace bien poco, la parte importante de la emigración en la Costa de los Cayucos era intraregional. Países como Senegal venían acogiendo emigrantes del entorno que luego enviaban remesas desde allí. Se calcula que el 25% de la población de Costa de Marfil proviene de países como Burkina Faso, Mali y Níger. La crisis económica de los 90 alentó una intensa xenofobia en este país dónde se acuñó el concepto de marfilidad para discriminar a los extranjeros. Algo que derivó en brotes racistas de africanos contra africanos.
Remesas, el principal plan social de África
(Foto: canarias7)AMPLIAR
Viajes. La costa africana está repleta de cayucos con los que cientos de inmigrantes se lanzan a la aventura.
Técnicamente, las remesas son transferencia sin contrapartida; regalos en lenguaje coloquial, de los que el receptor puede disponer a su antojo.
Esto no ocurre con otros flujos económicos internacionales que conllevan la obligación de dar algo a cambio. Por ejemplo, los créditos internacionales han de ser devueltos, mientras las exportaciones tienen que destinarse en parte a a producir o comprar las mercancías exportadas. Pero si alguien recibe una remesa de cien euros, ya es cien euros menos pobre que antes.
Esta cantidad basta para sacarle durante más de tres meses de la peor categoría de pobres que existe, la de los que viven con un dólar al dia. Por ello, las remesas son una máquina de reducir la pobreza.
Desde la balanza de pagos, estas remesas tiene otro efecto importante. Sin ellas, África Occidental no podrían financiar su notable déficit comercial, que para el año 2003 ascendió a – 2.135 millones de dólares. En otras palabras, sin remesas estos países no podrían comprar tantos productos al exterior. Algo que induce una consecuencia importante: mientras Canarias carga con los inconvenientes de la emigración irregular, no es Canarias quien vende luego mercancías a estos países, sino Francia principalmente.
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