Lunes en África. Muchos y pocos
Canarias 7, 12-06-2006
Son 80.000, más o menos, esperando un barco en la orilla de África. Eso dicen los europeos que estuvieron de visita la semana pasada por aquí. El 0,01% de la población africana; un porcentaje insignificante, en términos estadísticos. Un valor inapreciable, un número sobre el que ningún científico social se detiene a reflexionar. En la práctica, el equivalente a la población actual de Fuerteventura.
Si todo funciona bien, bastará con organizar un circuito en el que el primer tramo se recorra por mar, y el segundo, ya de regreso, se haga por vía aérea; al llegar regresado a la nada, vuelta a embarcar. Así hasta ahogarse, por las deudas o verdaderamente, en el agua. Así hasta lograr una rendija en cualquier valla. Mejor la muerte que quedarse, dicen en Senegal. Miles de kilómetros de ida y vuelta, con esos 80.000 pasajeros facturando hipotecas en la tribu, animando el tráfico marítimo y aéreo con cargo parcial a los presupuestos del Estado. Un estímulo a la economía de la región; una contribución inestimable al equilibrio del mercado mundial de combustibles. Como la aplicada por Francia cuando devaluó el franco cefa, la mayor aportación europea en la última década al estado actual de la región. Un prodigio, el modelo senegalés, llegaron a decir.
El caso es que habrá que incentivar la construcción de patrulleras, los astilleros tendrán por fin carga de trabajo suficiente, con los riesgos de invasión se reforzarán las medidas de seguridad. Más radares, más cámaras. Sin discusión posible. Por el bienestar de todos.
Los comisionados de la Unión Europea sólo han observado el perfil africano de la inmigración en Canarias, donde el año pasado entraron por los aeropuertos casi 20.000 personas con visados turísticos, gente que finalmente decidió no marcharse. Visto desde Bruselas, las dos cifras son poca cosa, poca gente para tanto alboroto. Centros de acogida, ya lo dijo el ministro, aún pueden construirse más en el Archipiélago; hay que estar preparados, porque el fenómeno aumentará en los próximos años. Vendrán especialistas en economía de fronteras; hará falta más petróleo.
Mientras van y vienen, de una orilla a otra, sirve de entretenimiento la discusión. Somos muchos o pocos. En Coalición Canaria (más de 13 años en el Gobierno regional, salsa en todos los pactos del Estado desde hace dos quinquenios) creen que somos muchos; ahora, así como estamos. Suenan las tropetas, el límite a la población foránea inaplazable. Chácaras de fondo, zapatazo.
Mientras discuten, se va Antonio Rumeu de Armas. Un ciclo de la Historia que se agota. Sin despedidas; dijo todo lo que supo. Mientras nadie lo iguale, somos menos. No uno menos, no; mucho menos. Como ocurre en la barquilla cuando pierde la brújula. Siendo los mismos, saben que son menos. Se pierden en el camino.
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