África prefiere el dinero de su gente
? Los gobiernos africanos reciben de Occidente unos fondos para contener
La Razón, 12-06-2006Madrid – La inmigración es ya un fenómeno imparable que en España ha
crecido en poco tiempo a doble velocidad que en el resto de países
europeos. Potenciar la ayuda al desarrollo en los lugares de origen de los
inmigrantes es una de las alternativas a las que se ha recurrido para
contener el goteo de extranjeros que, dependiendo del momento, se ha
llegado a convertir en avalancha.
De hecho, recientemente, el
presidente senegalés, Abdulayé Wade, reclamaba a España y al resto de
países de la UE la entrega de más fondos para construir grandes
in – fraestructuras, como pantanos, a cambio de hacerse cargo de los
inmigrantes indocumentados que llegaron en cayucos a Canarias. Entonces el
Ejecutivo español se planteó un canje de deuda de este país por proyectos
de educación y desarrollo social y la entrega de una nueva partida de
fondos de ayuda al desarrollo. A esta ayuda habrá que sumar otras
contribuciones internacionales gestionada por la Comisión Europea y el
Banco Europeo de Inversiones.
Sin embargo, las ayudas puntuales al
desarrollo dirigidas a los gobiernos de los que parte la inmigración
irregular a cambio de que la frenen son casi «migajas» si lo comparamos
con el volumen de remesas que los inmigrantes que trabajan en España
envían a sus lugares de origen y que suponen un verdadero motor de
desarrollo para estos países.
No hay más que comparar las
cifras. En 2006, España destinará 1.200 millones de ayuda al desarrollo a
Iberoamérica y África, mientras que sólo en 2005 los inmigrantes
instalados en España enviaron a sus países 3.844, es decir, hasta tres
veces más que la ayuda española. Muchos países «viven» incluso de las
remesas que envían sus expatriados por el alto porcentaje que suponen en
su PIB. Es el caso de Marruecos, Cabo Verde, Uganda, República Dominicana
y Honduras. ¿Conviene entonces a los gobiernos «emisores» frenar la
inmigración? El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Ángel
Moratinos, llegó a admitir recientemente la dificultad de negociar
acuerdos de readmisión de los inmigrantes que entran de manera ilegal «por
la importancia de la inmigración como fuente de ingresos para el país de
origen».
«Las remesas son una forma de asegurar las rentas de
una familia, una financiación más redistributiva que la inversión
internacional que llega directamente a ciudadanos concretos, no a
gobiernos. Los aportes económicos internacionales están bien, pero son
demasiado pequeños para el diferencial de renta que existe, por ejemplo,
en los países africanos. A corto plazo, las ayudas no van a hacer que la
inmigración cese y para frenarla es necesario que se estimule el comercio
o los países europeos ayuden a crear una dinámica social y económica
propia para su desarrollo», expone José Antonio Alonso Rodríguez,
catedrático de Economía Aplicada y director del Instituto Complutense de
Estudios Internacionales.
«A algunos gobiernos, como le ocurre a los
africanos, se les plantea una disyuntiva compleja: por un lado, se
encuentran con propuestas de dinero de la UE que llega al Estado a cambio
de que controlen el flujo de salidas; por otro, si los inmigrantes no
pueden salir, se cortaría la posibilidad de recibir remesas de las que
viven familias enteras que buscan fórmulas para huir del hambre, se
crearía malestar entre la población y los regímenes de turno perderían
legitimidad», expone Itziar Ruiz – Jiménez, profesora de Relaciones
Internacionales y miembro del Grupo de Estudios Africanos de la
Universidad Autónoma.
Supervivencia de la aldea. «Los proyectos
de los subsaharianos se realizan individualmente porque no aguantan más la
pobreza, aunque también hay otros factores que los motivan: políticos, de
violencia, de conflictos y de violación de derechos humanos. Estas
circunstancias llevan no a uno, sino a una familia entera o al conjunto de
una aldea a tomar la decisión de que sus jóvenes más cualificados
emprendan un proyecto colectivo. Así, el inmigrante se siente responsable
no sólo de la supervivencia de sus hijos, sino de la de sus tíos, primos y
todo un conjunto de redes familiares», añade Ruiz – Jiménez. Las remesas que
los inmigrantes envían a sus países equivalen al PIB de Malta y suponen
casi el presupuesto del Ministerio de Asuntos Exteriores. Con las remesas
que emite España se podría pagar el sueldo anual a 4,3 millones de
personas, según Íñigo Moré, investigador del Real Instituto Elcano.
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