Adiós, Afrika Etxea de Olite, adiós...

Diario de Navarra, 12-06-2006

Adiós, Afrika Etxea de Olite, adiós…


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El momento más oscuro de la noche coincide, paradójicamente, con el segundo antes del amanecer. Parece una contradicción, pero la oscuridad y la luz no se entienden una sin otra. Son amantes, se complementan y hasta refuerzan. Algo similar ocurre con el anuncio de cierre para este mes de Afrika Etxea de Olite, el único centro de acogida de inmigrantes que hay hoy en Navarra y que echa el cerrojo cuando se hace más necesario que nunca, cuando miles de pasajeros de cayucos africanos infestan las costas canarias.

En los últimos seis años, la Casa de Olite ha acogido más de 400 inmigrantes de todos los colores y nacionalidades. Afrika Etxea les dio a todos cariño, alimento, un techo, clases de lengua y la oportunidad para rehacer una vida mil veces hecha jirones. Todo gratis y aderezado con mucho amor por parte, sobre todo, de Ana García y Damián Lecumberri, cabezas visibles de la ONG en Navarra. También de otras muchas personas anónimas que dieron lo que pudieron, desde el local prestado por los frailes franciscanos, a las consultas del médico o el pan que prestaba el panadero del pueblo. Mucha generosidad en tiempos extraños para la solidaridad.

Paradojas de la vida, sí. Porque Afrika Etxea ha prestado a la sociedad Navarra un servicio esencial y a bajo coste. Barato porque las ayudas que la Casa recibía del Gobierno navarro apenas llegaban para colmar el 20% del presupuesto de funcionamiento del centro. Un local que prácticamente ha vivido de la autofinanciación, de las ayudas del banco de alimentos, aportaciones de algunas empresas privadas e instituciones públicas, las menos, que poco a poco fueron retirando su muleta cuando el rédito político no estaba claro.

La venta del edificio donde se asienta la Casa, la apertura por parte de la Cruz Roja de pisos de acogida en Pamplona, la débil situación económica de la ONG, el cansancio y la salud, porque al fin de al cabo somos humanos con fecha de caducidad, todo este cúmulo de razones y algunas más han pesado para que el sueño que tuvo Ana García en un campamento de refugiados de Calamocarro se desvanezca ahora poco a poco, con serenidad, pero también con tristeza.

Afrika Etxea se va a hacer ahora pequeña. Reinicia su actividad en un piso de Bilbao, una vez que cierre Olite. Reduce su espacio, pero la esencia es pura. Su semilla germinará cuando tratemos a todos los hombres, inmigrantes o naturales, como seres humanos. Al final eso somos, en cayuco o yate. Gracias Afrika, Ana y Damián. Ahora es de noche pero, atentos, luego amanecerá.

Luis Miguel Escudero




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