El Cuerpo Nacional de Policía culminó la noche del pasado viernes una operación contra el tráfico de inmigrantes que se saldó con 30 ciudadanos de nacionalidad china detenidos a bordo de un barco que atracó en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Los agentes esperaban este arrastrero de 40 metros de eslora antes de que sus tripulantes avisaran a la Autoridad Portuaria de su llegada a Canarias con el argumento de realizar reparaciones por un periodo de cuatro días. En un primer momento, la Policía procedió a detener a los dos tripulantes y a quince inmigrantes, pero en el registro de la nave localizaron a otras tantas personas hacinadas en la bodega.

Se desconoce el origen y el destino del barco así como la ruta que tenía pensado seguir, aunque sí que sus pasajeros realizaron un largo viaje antes de que el arrastrero, «muy destartalado» y oxidado, y que algún marinero no dudó en calificar de «sarcófago flotante», llegara a Canarias a las 2.00 horas del pasado viernes.

Según declaraciones del delegado del Gobierno, José Segura, había tocado «varios puertos» antes de llegar a Tenerife. El último fue el de Monrovia, capital de Liberia. Desde allí partieron hacia Canarias para continuar «rumbo a altamar», una fórmula, que según la subdelegación del Gobierno de Santa Cruz de Tenerife, «se emplea cuando no se quiere especificar el destino». Los tripulantes han sido acusados de tráfico ilícito de seres humanos. Mientras, el juzgado que instruye el caso ha decretado el secreto de sumario.

«No es casualidad»

La misma identificación de la nave es también una incógnita. La tripulación afirmó que se llama ‘Liao Yu 806’, sin embargo, en el casco del barco figura ‘Gberedou – 1’, un nombre de origen africano. Las mismas fuentes aseguraron que los arrestos no son «fruto de la casualidad» si no que es la culminación de una investigación. «Les seguíamos la pista, sabíamos que traía inmigrantes», señaló Segura.