La «marea negra», con la selección española
Los inmigrantes del CETI de Ceuta, apasionados del fútbol en su inmensa
La Razón, 11-06-2006Ceuta – Hace tres años, en Gambia, un país de África Occidental apenas más
grande que Madrid, el presidente Yahya Jammeh amenazó a los varones de su
país con enviarlos a la cárcel si seguían jugando al fútbol y descuidando
sus cultivos, de los que depende el 75 por ciento de su economía. Setenta
años antes, en 1934, Egipto fue el primer equipo africano presente en una
Copa del Mundo de fútbol.
Desde entonces pasaron 36 años hasta
que Marruecos, en México – 70, volvió a acudir a un Mundial. Fue eliminado
en primera ronda, pero Eusebio, el mozambiqueño nacionalizado portugués
cuyo disparo y zancada eran exultantes, ya había sembrado la semilla que
tres décadas después florecería en las piernas de Samuel Etoo, ídolo
indiscutible de los 400 inmigrantes (la mitad de ellos africanos) que
viven ahora en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de
Ceuta.
Subir a sus instalaciones este fin de semana, el primero del
Mundial, es un placer, a pesar del sol que ya tuesta sus paredes como si
fueran una sartén. Nada que ver con el resto del año, cuando sus
inquilinos sólo aciertan a hablar de vallas, dolor, espinas, hambre y
golpes. Desde el viernes, los inmigrantes del CETI ceutí disponen de una
gran pantalla en la sala polifuncional más grande del edificio para seguir
todos los partidos del Mundial a pesar de que casi ninguno de los 412
extranjeros que viven en él verá a sus compatriotas sobre el campo.
«Pasan» del fútbol. En el centro hay actualmente nacionales de Camerún,
Gambia, Ghana, Guinea Bissau, Liberia, Mali, Nigeria, Sierra Leona, Sudán,
Bangladesh, India y Pakistán. Salvo los oriundos de los dos últimos
países, que como ellos mismos confían entre risas prefieren «el voleibol y
el polo» y «pasan» del fútbol, el resto se agita con pasión en tertulias
donde se debate quién ganará la Copa Jules Rimet, cuál será el jugador más
destacado del torneo y hasta dónde llegará España, selección por la que
quien más y quien menos muestra su predilección.
El
argelino Mohamed Ghenaim es uno más de los foráneos que se han apuntado al
«¡A por ellos!» de la marea roja. «A mí me gustaría que gane España, pero
me gustaría todavía más estar en Alemania y ver a todas esas chicas guapas
que hay en los campos», dice divertido junto a su compatriota Hagiri y al
camerunés Francis Gwoughen.
«Me gusta España, pero la verdad es
que no tiene tan grandes jugadores como otras selecciones», apunta Hagiri,
que confiesa su predilección por Inglaterra y se enfrasca con Gwoughen en
el eterno debate sobre dónde están las raíces del permanente fracaso
nacional en este tipo de citas.
«La Liga es una cosa y el Mundial es
otra», argumenta tajante el camerunés: «En España juegan muchos
futbolistas extranjeros y eso perjudica a la selección». Su compatriota
Etoo, digno heredero de aquel Roger Millar (también camerunés) que
deslumbró al mundo en los noventa con casi 40 años, es uno de ellos, pero
ni él ni sus compañeros del CETI podrán disfrutar de sus virguerías sobre
el césped.
Sin los «leones indomables» de Nigeria ni Camerún,
Senegal, Marruecos y Egipto, los africanos han depositado sus esperanzas
en Costa de Marfil. Aunque, eso sí, realistas por encima de todo, nadie en
el CETI le concede la más mínima posibilidad. «Camerún podría haber hecho
un buen papel, pero no alcanzó la fase final porque el entrenador se
equivocó de portero», especula Sylvain Russel, otro camerunés que se
aferra a la habitual polémica sobre los técnicos y que innova situando a
Ghana «en cuartos de final».
Mundialito en el CETI.
Asumida la aparente debilidad continental, en el CETI no se ven camisetas
africanas. Sí del argentino Lionel Messi, que Mohamed Fares, argelino,
exhibe con orgullo pese a considerar que Brasil es el «claro favorito».
Quizá este año, como se viene haciendo desde 1998, se organice un
«mundialito» en el centro de inmigrantes.
«Nos gusta mucho
ver el fútbol y también jugar», dice Ahmed, también argelino. En el CETI,
donde los funcionarios defendieron con éxito los colores españoles en 1998
y 2002, la armada nacional goza de más hinchas entre los jóvenes y las
mujeres, que reparten su pasión casi a partes iguales entre España y el
Barcelona, el equipo de Etoo.
Otro argelino recuerda que Zidane, la
gloria gala, es para él «un compatriota; no importa que ya sea viejo.
Argentina, Brasil, Alemania siempre ganan los mismos; yo querría que
ganase otro equipo, que hubiese más competencia». Amin Ben Lachhab,
marroquí, es uno de los inmigrantes más viejos del CETI. Ben Lachhab se
deshace en elogios hacia el combinado español: «Casillas es mi preferido y
España, mi selección», dice mientras un remolino de niños y niñas gritan a
su alrededor, «¡A por ellos!», «¡residencia, residencia!» y «¡España,
España, España!» alternativamente.
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