África, Canarias y España

Canarias 7, , 15-04-2020

Yo no sé ustedes, pero para mi el confinamiento sigue igual que el primer día. La suspensión de la actividad no esencial en medio de la cuarentena y posterior reapertura me deja en las mismas. Imagino que solo a los implicados les cambia la película. En cualquier caso, ojalá la medida sea positiva para una economía que pide aire a gritos. Más incluso que nosotros, que ya es mucho decir. Porque yo ya no pienso en otra cosa, y cada vez que veo los excelentes datos que presenta Canarias en contagios y fallecidos sueño con una pronta liberación. La de las islas. Nuestras estadísticas y separación con la península lo justifican, las del resto del país lamentablemente no.

«Nuestros datos y aislamiento deben tenerse en cuenta a la hora de salir de un confinamiento que para las pateras es lo de menos»
Y es un propósito que Ángel Víctor Torres tiene entre ceja y ceja. Tranquiliza ver a un político luchar por nuestros interesas con esa vehemencia. Lo que debería ser normal se vuelve excepcional por culpa de malas experiencias pasadas. Y es que, igual que nuestra insularidad nos condena a la hora de viajar, teniendo el avión como última alternativa para salir de las islas y estando sujetos al capricho de las aerolíneas por la ausencia de una necesaria tarifa fija para los canarios, el vivir mucho más pegados a nuestros hermanos africanos que a España también supone una suerte definitiva por nuestra menor exposición a la infección. No tiene sentido que nuestro sacrificio, con lo que ya vamos a perder sin turismo hasta no se sabe cuando, vaya de la mano al de Madrid o Barcelona.

Para los que la vida no ha cambiado, ni con actividad esencial ni sin ella, es para los inmigrantes que siguen llegando sin cesar en patera. Más de 550 a Canarias durante la alarma, para ser exactos. Les hará gracia a los subsaharianos que desembarcan en nuestras costas lo del coronavirus. Después de luchar contra el Ébola o el sida, soñarán con poder llegar a viejos para que este Covid-19 sea un problema. Aunque Europa está inmersa en una crisis sin precedentes, sigue siendo infinitamente mejor que el hambre y las guerras que tienen en casa. Por eso hay que tenderles la mano, hacer un sobreesfuerzo y darles un cobijo que aquí cualquier cosa es un lujo comparado a sus miserias. Esa y no olvidarnos de ellos en una futura vacuna debe ser nuestra intervención, y no ir a su continente para usarlos como conejillos de indias como algunos desalmados pretenden.

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