Grito de socorro a la Europa que no escucha
Organizaciones sociales de Gipuzkoa denuncian el drama humanitario de los refugiados de Grecia y los Balcanes
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 02-03-2020Gipuzkoa no es ajena al drama de las personas refugiadas y migrantes que buscan asilo en Europa, atrapadas en medio de la nada, a medio camino entre Grecia y la ruta de los Balcanes. “Esta misma semana nos han dado la voz de alerta. Las madres que están recluidas en el campo de Moria no pueden alimentar a sus hijos. Las reservas nutricionales de las mujeres lactantes son inexistentes, y así es imposible amamantar a los bebés”. Jesús Jalón, presidente de la ONG vasca Zaporeak, que trabaja en la isla griega de Lesbos ofreciendo hasta 2.000 comidas diarias, mostraba ayer a mediodía en Donostia su preocupación por la grave situación que se vive en el mayor campo de refugiados de Europa, donde se hacinan más de 20.000 personas. “Entre ellas se mezclan infinidad de nacionalidades y culturas”. Sin posibilidad de salir de esa ratonera, decía el presidente, la convivencia se torna imposible, y cada día que pasa se suceden los intentos de suicidio.
La asociación guipuzcoana tiene previsto iniciar una campaña de recogida de leche para paliar este nuevo contratiempo entre las lactantes de la isla de Lesbos. Son mujeres que se han jugado la vida en el Mediterráneo, embarcándose en una aventura incierta a bordo de embarcaciones sin ninguna garantía y en estado de gestación. Todo, para acabar encontrando en Grecia unas condiciones de vida infrahumanas.
Junto a Zaporeak, un total de 14 organizaciones sociales de Gipuzkoa se concentraron ayer en el Boulevard de Donostia en protesta por un drama humanitario que incluso puede empeorar.
Nada bueno anticipa la amenaza de Turquía de abrir sus fronteras para presionar a Bruselas dentro del conflicto militar abierto estos días con Siria. “Es un país que está jugando con la vida de los refugiados. No puede utilizarse como moneda de trueque a las personas en función del contexto político”, denunció Xabi Areta, integrante de la ONG Ongi Etorri Errefuxiatuak en Gipuzkoa.
El problema para las personas que llegan a Grecia huyendo del horror de sus países es que se quedan atrapadas en terreno de nadie. Esta situación viene provocada por el acuerdo que firmaron la Unión Europea y Turquía, según el cual una persona que llega a la isla griega debe permanecer a la espera del reconocimiento de su estatus, que puede tardar meses o años. “Se les impide la libre circulación”, denunciaron las organizaciones sociales, que temen que la situación vaya a ir a peor. Grecia no da más de sí. Actualmente han llegado a sus islas más de 112.000 personas, de las que 31.000 están en la isla de Lesbos. “El gobierno heleno ha afirmado que comienza ya la construcción de varios centros de internamiento para extranjeros. Si hasta ahora había dificultades para interactuar con ellos, en adelante el contacto va a ser imposible”, advierte Jalón.
Estos nuevos campos, que se establecerán en las islas de Lesbos, Samos, Chios, Kos y Leros, sustituirán a los actuales, abiertos, y donde los refugiados que los habitan tienen libertad de movimientos.
Pero no todo el drama se concentra en Grecia. Si bien el país heleno acapara actualmente la mayor atención, la ONG Ongi Etorri Errefuxiatuak advirtió de que “hay otros dramas que no tienen tanto eco mediático”, como el que viven las personas que siguen la ruta alternativa hacia Croacia a través de Albania y de Bosnia-Herzegovina. “Es una singladura que se ha convertido en el duro y obligado hogar de miles de personas de distinta nacionalidad, víctimas constantemente de violencia policial, torturas y arrestos arbitrarios”.
Areta advirtió que las guerras comienzan en casa. “Empiezan aquí mismo, con la venta de armamento”, denunció el portavoz de la ONG Ongi Etorri Errefuxiatuak. El Gobierno de España vendió armas por valor de 2.413 millones de euros en el primer semestre del año pasado y 3.720,4 millones durante todo el ejercicio 2018, según los informes de exportación de material remitidos el viernes por el Ministerio de Industria al Congreso de los Diputados.
“Turquía está jugando con la vida de los refugiados: no los puede utilizar como moneda de cambio”
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