Universidades con color

La Vanguardia, 06-06-2006

Guilherme Neves es negro y tiene 22 años. Estudia Geografía en la Universidad Nacional de Brasilia (UNB). Su caso no tendría interés especial si no se tratase de un alumno cuya plaza está determinada por una cota: consiguió su plaza gracias a una ley que desde el 12 de julio del 2004 reserva en su universidad un 20% de las plazas para negros. Como Guilherme, 10.632 negros o mulatos estudiaron el pasado curso en las universidades gracias a sistemas de cotas raciales. “Es un gran paso para luchar contra la marginación”, asegura Guilherme. De momento, catorce universidades públicas han adoptado el sistema, adelantándose a la aprobación del proyecto de ley que está tramitando el Congreso. Este proyecto de ley impulsado por el Gobierno de Lula da Silva plantea establecer cotas mínimas en las universidades públicas destinadas a estudiantes negros e indígenas. “Una ley nacional permitirá corregir una marginación racial histórica”, afirma Thimothy Mulholland, vicerrector de la UNB. Además de las universidades citadas, hay dos estados que también se han anticipado al Gobierno central: Río de Janeiro (tiene cotas para negros) y Mato Grosso do Sul (tiene cotas para indígenas y negros).
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VISIBLE DESIGUALDAD. A pesar de que sólo Nigeria supera a Brasil en número de negros, el país de Ronaldinho es sumamente racista. El 48% de los brasileños son negros, según el último censo poblacional del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Y según un estudio de la Unesco, el 70% de la población es negra, mulata, india o mestiza. Sin embargo, el porcentaje de universitarios negros e indios es ínfimo. Apenas un 42,6% de los estudiantes de la Universidad Federal de Bahía (UFBA) son negros, a pesar de que en Bahía suman el 81% de la población. En la mayoría de los estados brasileños sólo un 2% de los negros llega a la universidad.
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La pelota de la igualdad racial universitaria está en el tejado del Congreso. Y el proyecto de ley 3627/ 04 parece tener los apoyos suficientes para ser aprobado. El proyecto establece una cota que varía en cada estado, pues en Santa Catarina apenas hay un 9,7% de negros, cuando en Maranhão la cifra sube al 79%. “Las cotas raciales tienen que coincidir con los censos oficiales de cada estado. Es lo mínimo, ¿no?”, asegura Deborah Silva Santos, asesora de Política de Acciones Afirmativas del Ministerio de Educación. En la Universidad Estadual de Mato Grosso do Sul (UEMS), por ejemplo, estudiaron el pasado curso 236 negros y 67 indios gracias a leyes de cotas. “El indígena es un colectivo doblemente marginado. Por eso fuimos pioneros con las cotas indígenas en el 2002”, asegura Maria José de Jesús, vicerrectora de la UEMS. Las cotas para indígenas también funcionan en estados como Tocantins y Amazonas. Aunque, en palabras de María José de Jesús, “lo difícil es mantener al indígena hasta el final pues tienen muchos problemas económicos y de adaptación”. La Universidad Estadual de Amazonas (UEA), según su vicerrector Ademar Teixeira, “fue la primera con cotas de criterio socioeconómico para alumnos de baja renta”.
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LA ENTRADA EN LA PRIVADA.
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Tan importante o más que el proyecto de cotas raciales es el acuerdo del Gobierno Lula con las universidades privadas, que ya reservan un 20% de sus plazas para alumnos sin recursos, negros e indígenas a cambio de exención de impuestos. El programa Universidade para Todos (ProUni), al que ya se han sumado 1.300 universidades privadas, proporciona además becas a alumnos de baja renta. El ProUni ha beneficiado a 40.000 alumnos de raza negra en su primer año. “Esta entrada en masa en la universidad va a provocar diversidad en otros ámbitos”, afirma Frei David, director de la ONG franciscana Educafro.
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El sistema de cotas está siendo criticado por la clase media e incluso por algunos colectivos supuestamente beneficiados. “El proyecto beneficia a alumnos de la escuela pública. Pero hay mucho negro de favela que estudia en colegios privados comunitarios”, asegura Raimundo Jorge, del grupo de estudios afroamazónicos, de la Universidad Federal de Pará (UFPA). “Consideramos, eso sí, innegociable la cota negra”, afirma Zelia Amador de Deus, del mismo grupo de estudios afroamazónicos.
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MARGINACIÓN ANCESTRAL.
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El último día de la Conciencia Negra (20 de noviembre) se celebró en Brasil bajo el peso lapidario de dos informes. El primero, de la ONU, probó que a pesar de que entre 1992 y 2001 la población pobre de Brasil se redujo en 5 millones de personas, aumentó en 500.000 el número de negros pobres. Brasil ocupa la posición 73 en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU. Sin embargo, según el último informe, ocuparía la posición 44 si sólo se tuviese en cuenta la población blanca. Y el 105 si el IDH se contabilizase exclusivamente sobre su población negra. Aunque los negros representan el 44,7% de la población de Brasil, apenas participan del 26% del PIB nacional. El otro informe, del Instituto de Estudios Aplicados (IPEA), sacó a relucir la desigualdad salarial entre razas. La renta mensual de la mujer negra es de 105 euros; la del hombre negro, 162; la de la mujer blanca, 210, y la del hombre blanco, 362,65. Por si fuera poco, en el 2001, el 18% de los negros eran analfabetos, frente a un 8% de los blancos, según el IPEA.
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