La Guardia Civil sigue el rastro al patrón 'negrero' que dejó a la deriva a 47 senegaleses

Familiares de los inmigrantes que murieron en la travesía aseguran que un español organizó el viaje

El País, 06-06-2006

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Agentes de la Unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil buscan a un español a quien algunos testigos han identificado como el propietario de un yate de unos 11 metros de eslora cuyas características coinciden con la embarcación que apareció el pasado abril en aguas de Barbados con los cuerpos momificados de 11 senegaleses. Otros 36 inmigrantes de la misma nacionalidad, según la documentación encontrada a bordo, hicieron esa travesía mortal sin llegar a destino. Familiares de las víctimas y otras personas que vieron el barco han dado pistas sobre su dueño.


Los senegaleses partieron en la noche del 24 de diciembre de 2005 desde el puerto de Praia (Cabo Verde) con intención de dirigirse a las Islas Canarias, pero quedaron a la deriva, perdieron el control de la nave y murieron uno a uno, hasta el macabro descubrimiento 120 días después de la última Navidad por parte de un pesquero que halló el yate cerca de Barbados con 11 cadáveres a bordo y la documentación de otros 36.


Según la versión facilitada por los familiares sobre la mortal travesía, un barco mayor remolcó al yate hasta dejarlo a merced de las corrientes, en mitad del océano Atlántico.


La policía de Barbados, que también investiga lo ocurrido, se inclina por la teoría de que un fallo mecánico en el yate fue el motivo que llevó a la embarcación a quedar a la deriva.


La Guardia Civil española cuenta ya con una detallada descripción física del propietario del yate y de sus estancias en distintos puertos españoles, donde vivía en el interior del barco. Los investigadores conocen, por testimonios de personas que vieron el barco y a su propietario, el nombre de esta persona, tienen localizado un número de teléfono y disponen de un detallado historial sobre las empresas en las que ha trabajado.


Ya se ha reclamado información sobre este asunto a unidades de la Guardia Civil en Ibiza, Barcelona, Madrid y Las Palmas, además de Interpol, para localizarlo.


La imagen del yate a su llegada a Barbados con los cadáveres de 11 senegaleses a bordo, publicada en este periódico, ha permitido a varias personas dar algunos datos respecto al propietario de la embarcación en la que murieron los inmigrantes.


Navegación escorada

La pista que siguen los agentes se basa en algunas características que parecen hacer único a ese yate. La primera de ellas es la cabina, que no pertenece al diseño original francés del yate, sino al de una barcaza del norte de España. Sus ventanas de vidrio son “un auténtico peligro” en caso de oleaje fuerte, como las cuatro tormentas que azotaron el barco durante su travesía por el Atlántico. Otros detalles únicos son el guardamancebos (la barandilla que rodea el casco para que se apoyen en ella los pasajeros), la toldilla de fibra de vidrio y la desaparición de los estantes de las perchas de popa.


Además, en sus orígenes, el yate descrito por algunos testigos tenía la botavara ajustada al mástil “excesivamente alta”, lo que obligaba a la nave a navegar permanentemente muy escorada. Este último detalle puede pasar inadvertido a los investigadores de Interpol que se encuentran en Barbados, dado que una de las tormentas arrancó el mástil de cuajo.


Un portavoz del club náutico de San Antoni de Portmany (Ibiza) confirmó a este periódico que, efectivamente, un yate con estas características estuvo atracado durante “bastantes meses” de 2004 en uno de los 300 atraques de esta marina deportiva.


A finales de año, el mismo yate, según distintos testimonios que también investiga la Guardia Civil, cruzó el Mediterráneo hasta Águilas (en Murcia), donde atracó unos días con más de 80 centímetros de agua que anegaban todo el interior de la nave.


En la primera quincena de enero de 2005, recaló en la zona libre del nuevo puerto de Algeciras, desde donde partió rumbo a Canarias.


Según los primeros testimonios que ha recogido la Guardia Civil, este yate “era una auténtica pocilga; una chatarra”.


El barco, según los que han visitado su interior, era reflejo de la vida bohemia y despreocupada de su propietario. Había instalado un plato de ducha y un inodoro convencionales, no los adaptados a la vida en alta mar. El salón apenas tenía mobiliario, excepto asientos corridos, pero sí un gran televisor de 36 pulgadas. Y las bodegas estaban llenas de trozos de metal y herramientas. La cocina “era como la de una casa”, sin sujeciones de platos, ni utensilios. Todo el cableado estaba al aire, sin protección, y el motor se encendía con un chispazo, al estilo de los puentes que usan los ladrones de coches. “Era una maraña de cables”, aseguran quienes lo visitaron en Ibiza y Algeciras. Si se tratara del mismo barco, en el momento de zarpar de Cabo Verde, el barco no disponía de radio, ni sistema de localización por satélite GPS, ni antena.


Los testimonios ofrecidos a EL PAÍS por familiares de los fallecidos durante las últimas semanas coinciden en señalar que “un español” llevaba “varios meses” viviendo y reparando un yate, que finalmente zarpó el 25 de diciembre en su ruta hacia la muerte, con 47 senegaleses a bordo. 120 días después, apareció en Barbados, con 11 cuerpos momificados en su interior.

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