«No he venido para quitar el trabajo a nadie: quiero estudiar»
Diario Vasco, , 23-12-2019Asus 28 años ya es todo un veterano. Richard Lamah pagó «tres mil euros para entrar en Ceuta por mar en una patera». Allí comenzó su largo periplo por España. Había salido de Guinea-Conakri por motivos políticos. Ahora solicita asilo. Se encuentra en la segunda fase. En la ciudad autónoma estuvo seis meses en un centro de asistencia temporal para inmigrantes . Después pasó tres semanas en Mérida y medio año en Málaga, antes de recalar en Barcelona, donde está instalado. Gracias a su activismo y colaboración con varias ONG pudo conocer Refugees-Welcome. Es ingeniero informático y comparte piso con Ramón.
«Uno de los principales motivos para marcharme fue que quería seguir estudiando», cuenta. «Para mí es muy importante. No quiero quitar el trabajo a nadie, quiero continuar con mi formación. Solo eso», explica con un marcado acento francés al otro lado del teléfono. Antes de abandonar Guinea-Conakri y llegar a Marruecos, donde buscó un contacto que le facilitó la forma de acceder a España, lo había intentado de mil maneras. «En mi país había un programa para que los francófonos pudieran estudiar en Francia. Hice todos los trámites, pero me pedían demasiado dinero y no lo tenía», cuenta. Decidió acabar la carrera. Luego comenzó a trabajar de contable en una ONG. Todo el dinero que consiguió ahorrar se lo pagó a la mafia que le facilitó un pasaje en la patera.
Richard atiende a este periódico en una pausa laboral. Trabaja en la filial española de una multinacional japonesa dedicada a la electrónica y fabricación de fotocopiadoras. «También estudio programación de páginas web, así que me queda poco tiempo libre. Pero estoy a gusto», explica. En su caso, el idioma no ha sido una barrera. Aprendió español enseguida. Ahora practica el catalán con su compañero de piso. «Como mi intención es quedarme aquí, me hace falta para casi todos los trabajos», sentencia. «Me da igual los miles de papeles que tenga que rellenar, ya estoy acostumbrado. La burocracia, para mí, no es problema; aunque sea el principal escollo para otros refugiados», añade como declaración de intenciones.
Es ingeniero informático y trabaja en Barcelona en una multinacional
Unidos por la ‘Play’
Ramón también estudia, en su caso una oposición, así que solo coinciden a partir de última hora de la tarde. «Vemos juntos la tele, tomamos una cerveza y jugamos a la ‘Play’. Es nuestro entretenimiento, y lo que más nos une», ríe Richard.
Su recorrido por España le ha permitido conocer bien su país de acogida. «No puedo decir que me haya tratado mal. Todo lo contrario. Estoy muy agradecido. En este tiempo nunca nadie me ha faltado al respeto. No todos, como yo, pueden decir lo mismo, desafortunadamente», afirma.
Pero su bagaje también le ha forjado su propia impresión. «Por ejemplo, en el sur la gente es más abierta que en el norte, muchísimo más abierta. Pero eso no lo digo yo solo, lo dicen ustedes. En Barcelona, sin ir más lejos, tienes que ser amigo de alguien para poder entrar en un círculo de amistades. Es como si alguien te tuviera que avalar», explica. «Solo quiero que entiendan que no todos los que hemos llegado a España ha sido para robar. Por favor, que no juzguen al resto por unos pocos. Yo solo quiero seguir estudiando», vuelve a insistir.
(Puede haber caducado)