Salirse del quicio
La Verdad, 02-06-2006No es lo mismo decir que conforme aumenta la inmigración tenemos más delicuencia, que colgar el sambenito de delincuentes a todos los inmigrantes.
La supeditación cerril a los más feos intereses de partido, hace que algunos políticos se salgan ellos mismos del quicio, sin pararse a pensar en lo que van a soltar por su boca. Cuando los del PSOE critican los del PP, según ellos por haber dicho estos que los inmigrantes son delincuentes, se está dando pábulo a una dañosa mentira. Y, claro, convendría para la buena marcha que no se confundiera a la gente de a pie.
Salirse del quicio no es bueno para nadie. Adjudicarle al PP, por parte de sus adversarios, algo que no ha dicho (yo, al menos, no lo he escuchado) es incurrir en falta muy grave. Una cosa es constatar que, desde que nos visitan emigrantes, subió la delincuencia, y otra pretender que la totalidad de ellos delinque. Eso es una falsedad estúpida, que no se sostiene venga de donde venga.
Naturalmente que, con la inmigración, aumenta el número de delitos. Es lógico. Si a los que cometemos los españoles se añaden los que perpetran quienes vienen de fuera, la cifra total va a más. ¿Y qué? ¿Es que únicamente los nacionales podemos delinquir? Diré más: en quienes se afincan entre nosotros, la circunstancia vital es, por lo general, penosa. Tienen hambre de alimentos y de satisfacciones morales, así como sed de justicia. Y es de lo más natural que entre ellos exista un caldo de cultivo que mueve a delinquir más que en el caso de los españoles o de los propios inmigrantes que han logrado encauzar sus vidas.
¿A qué viene, entonces, buscarle los tres pies al gato? Nadie que no sea un malvado puede afirmar que emigrante es igual a delincuente. Y a mí me parece que estos del PP no han parido semejante cosa. No son tan tontos, políticamente hablando.
Hay que dar a cada uno lo suyo. Y no se le ha de poner a nadie, salvo con pruebas, la etiqueta de xenófobo. Igual diría si fuesen los peperos quienes acusaran de ese pecado a los socialistas.
Hay que frenar de una vez los impulsos demagógicos. Atizar la discordia entre humanos es una actitud a la que, si hubiera Infierno, habría que asignarle el fuego que más quema.
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