Vox, del desierto al poder en solo un año

La formación de extrema derecha ha logrado consolidarse en solo 365 días como la tercera fuerza en el Congreso con 57 diputadosEl 2 de diciembre de 2018 el partido que lidera Abascal logró entrar en el Parlamento de Andalucía

Diario Sur, MIGUEL ÁNGEL ALFONSO, 02-12-2019

En 2015, un desconocido Santiago Abascal recorría las calles en solitario, acompañado de un megáfono con el que trataba de dar a conocer las propuestas del partido que llevaba apenas diez meses liderando. Lo suyo era predicar en el desierto. Subido a un banco, solo se le acercaban unos cuantos curiosos que le miraban «entre risas», como él mismo reconoce. Eso se vio reflejado en las generales de aquel año, donde Vox solo obtuvo el apoyo de 57.753 votos (0,23 %). Un hecho que cambiaría radicalmente el 2 de diciembre de 2018 – hace este lunes justo un año – . Aquel día, el partido de ultraderecha daba la vuelta a las encuestas de las elecciones de Andalucía – que les otorgaban dos diputados en el mejor de los casos – e irrumpía en el parlamento autonómico con 12 escaños. Unos resultados que sorprendieron a politólogos, a sus rivales políticos e incluso a sus propios votantes. En estos últimos 365 días han protagonizado un auge imparable y ahora cuentan con 52 diputados, 57 parlamentarios autonómicos, 3 senadores, 5 alcaldes y 597 concejales.

Durante esta travesía ascendente, y aunque la foto parlamentaria ha cambiado radicalmente, Vox no se ha movido de la baldosa que marcan sus líneas políticas básicas, en sintonía con otros populismos europeos de ultraderecha: lucha contra la inmigración, supresión de las autonomías, reducción de impuestos o la derogación de lo que llaman «las leyes progres», concretamente las relativas a la Memoria Histórica o contra la Violencia de Género.

Para explicar este fenómeno los politólogos coinciden en distinguir entre el marco internacional y el español. Por un lado, «el auge de los partidos populistas a nivel europeo, que es un fenómeno que no es especifico de España y tiene que ver con la desafección de la ciudadanía con las instituciones», señala el politólogo Pepe Fernández – Albertos.

En el plano nacional, los de Andalucía de 2018 fueron los primeros comicios con el PSOE en el Gobierno tras la moción de censura a Mariano Rajoy, y también las primeras elecciones tras el referéndum ilegal en Cataluña del 1 de octubre de 2017, después de las autonómicas catalanas de diciembre de aquel año, que ganó Ciudadanos con Inés Arrimadas a la cabeza .«En el fondo no han cambiado las velas, sino que el viento ha soplado a su favor. Sus posiciones sobre la unidad de España les vinieron bien», explica Narciso Michavila, el único sociólogo que atinó en sus encuestas con la magnitud asalto de Vox al Parlamento andaluz justo hace un año.

En clave nacional, hubo otro punto de inflexión entre las elecciones del 28 de abril y del 10 de noviembres, cuando Vox pasó de tener 24 diputados a ser tercera fuerza en el Congreso con 57 asientos. «La llegada de Sánchez al Gobierno potenció a Vox como estrategia para evitar que el PP le superase. También la exhumación de Franco, la acogida del Open Arms o del Aquarius. A Vox le ha venido muy bien el debate territorial, la prueba que es que en las municipales de mayo se desinfló porque la gente vota distinto en los municipios, pero cuando se produce la sentencia del ‘procés’, se dispara», añade Michavila.

La situación en Cataluña influyó en cuatro de cada diez electores, según la encuesta del CIS realizada en plena campaña electoral. Además, la situación fragmentada en varios parlamentos autonómicos, como el andaluz, el madrileño o el murciano, convirtió a Vox en socio indispensable del PP y de Ciudadanos para alcanzar el gobierno en estas regiones. El suyo se convirtió en un ‘voto útil’ para tres millones de electores que con otro panorama habrían votado a otras opciones políticas. «A Ciudadanos y al PP les venía bien el apoyo de Vox para constituir gobiernos en autonomías, pero con ello mandaron el mensaje a los votantes de derecha de que se podían permitir el lujo de votar a Vox sin que su papeleta fuera a la basura», confirma Fernandez – Albertos.

Durante las negociaciones de investidura del pasado verano, sus diputados mantuvieron un perfil bajo, alejado de las estrategias de pactos entre bloques. Postura que ha decidió mantener Abascal tras el 10 – N. «La gobernabilidad no es responsabilidad de Vox, los españoles nos han votado para hacer oposición», reconoce el líder de Vox, convencido de «seguir creciendo» si se repiten elecciones por tercera vez.

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