A CORUÑA

«Vine a Galicia porque es el mejor sitio para vivir y por su sistema sanitario»

Decenas de personas escucharon las experiencias de superación de cuatro mujeres llegadas de distintos países

La Voz de Galicia, ALBERTO MAHÍA A CORUÑA, 28-11-2019

Anna Diop podría salir adelante criándose en un tiesto. Lo que se propone, lo hace. Cueste lo que cueste. Nació en Senegal, se casó con un hombre que la maltrataba, se hizo activista en su país para luchar contra el machismo y, cansada de orar en el desierto, conoció a una familia coruñesa que hizo de todo para que ella y su hijo pudieran venirse a España. Sintió el racismo, trabajó y estudió de sol a sol y hoy tiene su propia peluquería, un negocio que ahora le empieza a ir muy bien. Nina Sefcik vino de un país muy distinto y sus circunstancias nunca fueron tan dramáticas como las de Anna. Esta eslovaca más blanca que cualquier gallego y de ojos azules no supo jamás lo que es el racismo. Pero no le fue fácil echar a andar. Acabó en A Coruña por amor, por enamorarse de un gallego al que conoció en Dublín. Encontrar un buen trabajo no le fue sencillo. Pero tuvo «coraje» y montó su propia empresa de ilustración con buenos mimbres y muchos clientes. Nina, como Anna, coinciden en dos cosas. Una, son madres. La otra, que eligieron España no solo «por amor» o por «una vida mejor», sino también «porque es el mejor sitio para vivir y tiene el mejor sistema sanitario para criar a un hijo».

Estas mujeres inmigrantes y tan distintas contaron ayer sus experiencias en un abarrotado salón de actos del centro cívico de Os Mallos en un acto organizado por la oenegé Accem. Fue la presentación en A Coruña de la campaña #MujeresIN, mujeres inmigrantes que han superado situaciones de discriminación, etiquetas y prejuicios y son un ejemplo de integración laboral.
EDUARDO PÉREZ Y uno de los mejores ejemplos es el de Anna Diop. Su historia pone los pelos de punta. Pero jamás se quedó paralizada por el pánico. Ella se quita valor. Dice que todo lo que es se lo debe a un matrimonio coruñés que conoció en Senegal y la ayudaron a venir a España. Al principio, «cuidé a su hijo y me dieron casa, cariño y un techo». Luego el matrimonio regresó a África y le dejaron el piso gratis. Por las mañanas trabajaba de peluquera y por las tardes estudiaba hasta que sacó el curso. No le fue fácil que alguien le hiciese un contrato. «Sentó en mis entrañas el racismo. Entraba en una entrevista y al ver mi color de piel me decían que no». Así que montó su peluquería.
EDUARDO PÉREZ Nina Sefcik está también «encantada y feliz» en A Coruña. No ya por su gente, que es «maravillosa y muy amable», sino por la tranquilidad y la seguridad que le aporta una ciudad como esta para criar a un hijo. ¿Sentiste algún día el racismo» «No». La respuesta es rotunda.Acabó en esta esquina de Europa tras pasar 7 años en Dublín, donde conoció al que hoy es su marido, un coruñés con el que decidió hace año y medio fijar su hogar en Galicia. ¿Lo peor de esta tierra». Responde tan rotundo como antes: «la burocracia». Es el único pero que le pone a un país del que, dice, no se irá jamás. «Aquí soy feliz y mis hijos lo serán también».

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