La inseguridad desvela nuestros complejos

La Vanguardia, 01-06-2006

La creciente inseguridad ciudadana en sus más temibles modalidades está sirviendo, además de para algún que otro remiendo sorprendente, para revelar otra vez la existencia de nuestros complejos en una serie de temas, ocultos en la memoria, que no nos atrevemos a sacar como los pensamos. Si somos sinceros, hasta que vemos las orejas al lobo no rompemos la losa que cubre nuestros complejos, algunos de los cuales son inseguridad, justicia, solidaridad o inmigración.
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La falta de seguridad, la posibilidad de que te atraquen en casa con la familia dentro, la extrema violencia y que todo ello se produzca en los barrios a los que emigraron nuestros padres en Madrid o Barcelona, ha supuesto una bofetada hacia una manera de ver la delincuencia que para muchos tenía hasta algo de heroísmo. Seamos francos y quizás algo exagerados: en España, donde la envidia sigue siendo el gran pecado, parecía que si robaban donde había dinero es que se lo merecían. Pero ya no es así. Hoy se te meten en el garaje, te asaltan en el salón y casi te matan en el cajero. Ahora sí que podemos llamar a la Guardia Civil, aumentar las penas y hasta disparar. Ahora sí, porque nos ha tocado la china.
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Y junto a ello, otro complejo permanente es la justicia. El garantismo, que alguna vez alguien debería explicar qué es, sirve como escudo de nuestro pasado. En esta materia, si no nos damos cuenta de que la dictadura no volverá nunca, tampoco saldremos jamás del error. Los penados se mofan en nuestras narices, algunos jueces se pasan de garantistas y mientras tanto la gente no entiende nada.
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Con la solidaridad pasa algo parecido o peor. Hace años, cuando era progre ser solidario, se nos llenaba la boca con el 0,7%, pero hoy, que aquéllos vivimos en adosados, dúplex o centros multimillonarios de grandes ciudades, ni nos acordamos. Se nos debió de ir la fuerza por la boca. Perdón por las generalizaciones, injustas siempre.
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Para colmo, la inmigración. Mucha integración, acusaciones de racismo y mucha desvinculación entre inmigrantes y delincuencia, pero que todo sea lejos de mi barrio o del colegio de nuestros niños. Aquí todo el mundo te admira por adoptar, apadrinar o acoger en el Tercer Mundo, pero a la hora de la verdad, cuanto más bla, bla, bla, menos hechos prácticos.
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Y hablando del exterior. ¿Cómo podemos seguir justificando, en aras del supuesto progresismo, a regímenes sin libertad alguna en América o África con personajes al frente que todos tenemos en la cabeza? En ocasiones callamos, por vergüenza, ante la represión a homosexuales, religiosos, opositores, y pienso que a pesar de nuestras absurdas defensas de lo indefendible, no aguantaríamos ni una semana viviendo en uno de esos países como uno más de sus nacionales.
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Y me falta hablar de banderas, menores, dinero, ecología o defensa.
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No estamos siendo sinceros con nosotros mismos. Seguramente porque aún ha pasado poco tiempo para que los complejos se disipen de nuestros cocos, pero el día en que lo consigamos, seguro, habremos avanzado bastante en la solución de los problemas.
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¡Ah!, por cierto, se me olvidaba: lo del debate del estado de la nación… ¿Debate?, ¿estado de qué?
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Zapatero se lo pide a Rato Cuentan que en las pocas veces que Zapatero y Rato han coincidido por algún lugar en estos dos últimos años, el presidente del Gobierno siempre le ha dicho la misma frase al mandamás del FMI: “Tú no vuelvas por Madrid, ¿eh?”. Y es que el personaje es recurrente siempre que se acerca una fecha electoral, aunque sus próximos aseguran al respecto que Rato sólo volvería por aclamación y ante garantías totales de victoria.
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Gas Natural, de compras En el mundillo empresarial se da por hecha, con matices, la opa alemana sobre Endesa. Dicen que es cuestión de tiempo, y no mucho tiempo, que la operación se decante hacia E. ON en detrimento de Gas Natural. En la multinacional catalana aseguran que, si finalmente esto fuera así, ya tienen en cartera objetivos más allá de las fronteras españolas para salir de compras por Europa o más lejos aún.
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Estados Unidos en Afganistán Legionarios españoles que estuvieron en Iraq y que repiten misión en Afganistán aseguran que la actitud de los marines en este país reitera determinados errores que cometieron en el derrocamiento de Saddam y la posguerra iraquí. El comportamiento con los locales y la escasa integración militar con la población hacen pensar a los soldados españoles, que trabajan con estrategias contrarias, que los errores se repiten y que por ello la violencia aumentará.
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