Haz un hueco a África en tu armario: moda senegalesa en Bilbao La Vieja

Combinaciones geométricas y estampados de gamas variopintas. Eso es lo que encierra 'Ker Fatou' un nuevo establecimiento de moda africana que recuerda a los ateliers de antaño y que pretende inundar de color el barrio de Bilbao La Vieja

El Correo, MIRIAM NAJIBI, 11-11-2019

No todos los bilbaínos experimentan el desafío que entraña enfilar la calle Hernanide Bilbao La Vieja con las bolsas de la compra pendiendo de ti como si de una extremidad más se tratara. Para todos los que sí – esos a los que no nos queda otro remedio que curtir gemelo si queremos llenar la nevera–, cualquier alto en el camino donde parar a sacar la lengua se nos antoja irresistible. Va en serio. Y, desde hace cuatro meses, el número 20 de esta calle es uno de esos puntos estratégicos. Que, ¿por qué? Tras el cristal del escaparate se advierten combinaciones de colores dignas de provocar el delirio de un filtro b&n de Instagram y, a la vez, por lo exótico de tropezar con un trocito tan visual de África en una de las vías por antonomasia del Bilbao clásico. Esto es Ker Fatou – la casa de Fatou en senegalés -, moda ‘made in Senegal’ pero con los pies en el barrio de Bilbao La Vieja. Les adelantamos que aquí la sobriedad no es bienvenida.

Dentro no se encontrarán con una marabunta ojeando con música tecno de fondo, ni harán largas colas para pagar… En este establecimiento tanto la forma de producción, como de comercialización de la moda cambian y, a la vez, conectan con las maneras de antaño. No será difícil que al fondo de la tienda atisben a la cabeza pensante de todo esto: Fatou Dieng, una mujer de 29 años natural de Khombole y afincada desde hace ocho en Bilbao. Como tampoco será difícil verla al pie del cañón, que en este caso viene a ser una Singer Tradition –vamos, una máquina de coser de esas que para algunos son las de toda la vida-.

Fatou Dieng.
Fatou Dieng. / MIRIAM NAJIBI
Todo lo que aquí se oferta -telas, faldas, camisetas, pantalones, bisutería o decoración se configura como una manifestación de la cultura popular senegalesa, así como de la belleza del matiz africano. No hay artículo cuyo origen trascienda la frontera del continente: «No trabajo con ninguna marca. Cada seis meses, viajo a Senegal, donde hago un volumen de compra grande. Luego, aquí me encargo del diseño, que puede ser propio o según el gusto del cliente», cuenta.

Este negocio, que en su inicio se pensó como un restaurante senegalés, fue la solución a una situación de desempleo: «Estaba embarazada de seis meses y se me acabó el contrato. Me fui a la calle y ¿Qué iba a hacer con dos hijos? Voy a abrir mi negocio, algo en lo que pueda trabajar y, también cuidarlos». A pesar de contar con un grado en Comercio Internacional, Fatou no encaja con los rasgos del buen emprendedor. Sí, así, emprende-dor, en masculino genérico. Quizá porque es mujer, joven, madre; pero también, negra y migrante. Y, por mucho, que su proyecto se ubique en uno de los barrios más mestizos de Bizkaia, el racismo, como el machismo son lacras que no le resultan ajenas: «A menudo, cuando entra alguien en la tienda me preguntan por quién es mi jefe o quién está detrás de esto o si se trata de un proyecto de alguna asociación o cooperativa. Al principio, venía mi primo a pasar algún rato conmigo y la mayoría de los clientes le hablaban directamente a él».

Interior del establecimiento.
Interior del establecimiento. / MIRIAM NAJIBI
Amalgama de tendencias
Y, ¿cómo imbricar la moda tradicional africana en una sociedad occidentalizada? Fatou apuesta ante todo por la fusión: «Me encanta la mezcla. Puedo combinar una falda con una tela típica que llegue hasta los pies o hasta las rodillas con unos leggins o un top». Así pues, encontramos dos de las prendas estrellas de la tienda que siguen esta máxima: chaquetas estilo bomber y los turbantes. De las primeras, encontramos una gran variedad con telas diseño bobolán – gama de color ocre con líneas rectas, originario de Mali , wax – algodón teñido con cera y de estampados llamativos – o kente – algodón o seda compuesto por franjas y de origen ganés; además, todas llevan un forro por dentro, por lo que son adecuadas para otoño e invierno. En cuanto a los turbantes, esa tendencia puesta en boga en Europa por Paul Poiret a principios del s.XX y devuelta a la vida en varios periodos, los hay de todos los tipos y con ayuda para saber cómo lucirlos. «Nosotras intentamos vestir pensando siempre en el turbante. Cada prenda que te pones debe hacer juego. La colocación no es difícil, lo hacemos como nos sale pero es lo que hemos visto desde pequeñas».

Además, en esta ‘casa’ hay hueco para otros proyectos enraizados en la sororidad. Fatou acoge una línea de camisetas de algodón con diversos diseños cosidos a máquina de la firma de origen cubano ‘Kentala’; entre ellos, los más populares son los que muestran el rostro de la pintora Frida Kahlo. Tal y como ella expone, se trata del proyecto de otra vecina que todavía no ha encontrado un espacio propio en el que vender sus creaciones: «Es una forma de ayudarnos entre mujeres».

Chaqueta bomber unisex con estampado bobolán.
Chaqueta bomber unisex con estampado bobolán. / M.N
Con los pies en el barrio
«He vivido 7 años en la calle Dos de Mayo y conozco este barrio. Mi tienda tenía que estar aquí», deja muy claro. Muchos de los que se acercan hasta aquí son vecinos de la zona, pero matiza que el perfil del comprador es muy variado: «Todas las semanas vienen turistas; en cambio, la gente de Senegal no compra tanto porque muchos prefieren traer su ropa de allí».

Creo que es importante atraer a la gente para que vea que esto no es siempre como se cuenta», explica. Alude a la gran diversidad racial que se congrega en este barrio.

Una pareja pasea junto a la ría ataviada con su colorida chaqueta bomber unisex.
Una pareja pasea junto a la ría ataviada con su colorida chaqueta bomber unisex. / MIRIAM NAJIBI
Fatou alude también a la conflictividad con la que a menudo se relaciona al barrio. «Hay mucho más que eso, hay una diversidad cultural enorme. Creo que es muy importante que la gente se acerque hasta aquí y vea que hay algo más que todo lo que siempre se cuenta». Con esto último se refiere, entre otras cosas, a actividades como el mercado de 2 de mayo que se instala el primer sábado de cada mes y en el que ella también participa.

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