DONOSTIA- El futuro del Aita Mari pasa por solicitar puerto en Sicilia para, desde allí, llevar a cabo la labor de salvamento marítimo que el Gobierno de España le está impidiendo desarrollar. Y es que, tal y como recuerdan los responsables del atunero guipuzcoano reconvertido en barco de salvamento, las trabas burocráticas que el Gobierno de España les ha impuesto han costado la vida de al menos 1.300 personas que han muerto ahogadas en el Mediterráneo central.

El vicepresidente de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), Iñigo Gutiérrez, confirmó a este periódico horas después de que el barco guipuzcoano arribara a la isla griega de Lesbos su intención de partir rumbo a Italia. Tras quince días de travesía, con una parada obligada de tres jornadas en Sicilia, el Aita Mari llegó en la mañana de ayer a Lesbos cargado con ocho toneladas de material humanitario que en los próximos días serán distribuidos en los campos de refugiados de la isla. Pero su presencia en la isla griega será fugaz.

La cerrazón del Ejecutivo de Pedro Sánchez, la inestabilidad política en Moncloa y la repetición de las elecciones han impedido que en los últimos meses el Aita Mari logre el despacho necesario para realizar rescates, lo que ha reducido la actividad del barco al traslado de material humanitario.

Pero Salvamento Marítimo Humanitario, la ONG encargada del barco, no está dispuesta a que la cerrazón política les impida realizar aquello por lo que han peleado durante tanto tiempo: rescatar vidas en el Mediterráneo central, y por ello han tomado la decisión de solicitar puerto en Sicilia y trabajar en coordinación con las autoridades italianas y maltesas. “Es absurdo que volvamos a Pasaia cuando ya hemos visto las intenciones que tiene el Gobierno de España”, asumió Gutiérrez.

Así las cosas, el Aita Maritiene las horas contadas en Grecia. SMH sigue de cerca los partes meteorológicos y del estado de la mar y, una vez que el temporal que en los últimos días está azotando la costa helena remita, soltará amarras rumbo a Malta, donde calculan que permanecerán aproximadamente quince días, llevando a cabo acciones de ayuda humanitaria.

Paralelamente, solicitarán un puerto en Sicilia, desde donde poder partir al Mediterráneo central para rescatar inmigrantes a la deriva, algo que España les prohibe bajo amenazas de multas millonarias. “Trabajaremos con las autoridades de Malta e Italia en función de las necesidades que veamos. Porque no hay que olvidar que la Ley de Navegación Marítima obliga a auxiliar a las embarcaciones que están en apuros”, resaltó Gutiérrez.

UNA SITUACIÓN “INSOSTENIBLE”Pero mientras esto ocurre, las islas griegas como Lesbos o Chíos acogen con los brazos abiertos toda la ayuda humanitaria que desembarca en la zona. Según Gutiérrez, la situación en el área más oriental del Mediterráneo es “insostenible”, y en los campos, los refugiados sufren situaciones de “hacinamiento atroz”, a las que ahora hay que añadir las inclemencias del invierno.

Por eso, las ocho toneladas de ayuda que el Aita Mari trajo ayer a Lesbos son “un parche”, pero que ejerce de loción “balsámica” para las miles de personas que se ven atrapadas en Grecia con una mano delante y otra detrás.

“Estamos contentos, pero cansados. La navegación hasta aquí ha sido cañera y hoy no hemos parado en toda la mañana. Estamos sin comer, porque ha habido un problema logístico con los camiones de descarga y nos hemos retrasado, no te digo más”, resumía a media tarde Gutiérrez, una vez desembarcados los últimos bultos. El material es variado: desde artículos de higiene a mantas, sacos de dormir y tiendas de campaña, pasando por ropa de abrigo y calzado. Todo ello absolutamente necesario para que el invierno sea más fácil de llevar para los miles de refugiados que sobreviven en las islas.