FERMÍN BOCOS

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LLEGAN sin papeles, sin conocimiento del idioma, sin otro horizonte que sobrevivir acogiéndose a la buena disposición que hasta la fecha ha demostrado la sociedad española. Desde la perspectiva de respeto a los Derechos Humanos la actitud de las autoridades españolas es correcta; si la mirada es más amplia y va al fondo del problema, la cosa se complica porque lo que podríamos llamar el «modelo español» de acogida a de inmigrantes, es insostenible. Insostenible porque cuando la cosa se pone fea en Canarias y los medios de comunicación aprietan, lo que hace el Gobierno central es trasladar a los inmigrantes – es decir, el problema – a la Península. Viaje de madrugada en avión, para no llamar la atención, y suelta de los inmigrantes indocumentados en Madrid, Barcelona o Murcia en la idea de que «ya se buscarán la vida». Ésta es la verdad de la cuestión, verdad de la que se habla poco.

Se habla más de planes de dudoso horizonte como el llamado “Plan África” que quiere que sean los gobiernos de los países que exportan inmigrantes, Liberia, Sierra Leona, Cabo Verde, Senegal o Camerún, quienes se hagan cargo de la repatriación de sus nacionales. Por no hablar del no menos cosmético apoyo de la Unión Europea, que consiste en mandar media docena de helicópteros y un barco para patrullar en aguas de Mauritania. Ninguna de estas medidas resolverá el problema.

Seguirán viniendo inmigrantes sin papeles porque aunque en los países de dónde proceden falta de todo menos una cosa: tienen televisores. Ven la televisión y ven cómo vivimos en Europa y quieren un mundo así para ellos.

Nada ni nadie les impedirá partir. Ya puede el ministro Moratinos hacer giras por el África subsahariana.

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