La crisis migratoria en la frontera de EE UU y México bate récords

El número de menores indocumentados se dispara, al ser estos los únicos solicitantes de asilo que no tienen que esperar a que se diriman sus casos

Diario Vasco, MERCEDES GALLEGO Corresponsal. Nueva York, 31-10-2019

Hay dos historias de la frontera, y ni siquiera tienen la misma cara. La que contó el martes en El Paso Mark Morgan, comisionado de Protección Fronteriza y Aduanera de EE UU (CBP, por sus siglas en inglés), al presentar los números récord de cruces fronterizos registrados en el año fiscal que acaba de terminar, habla de inmigrantes sin escrúpulos que «agarran a un niño para cruzar» porque los carteles les han dicho que eso es «el pasaporte automático para entrar en EE UU». La otra, la de adolescentes desesperados que se lanzan solos al peligroso viaje o niños varados durante meses en la frontera a los que sus padres despiden con lágrimas en los ojos para que se entreguen a las patrullas, en busca del sueño que a ellos se les niega.

LAS CIFRAS:
76.000
menores sin acompañar fueron detenidos por las patrullas fronterizas en este año fiscal.
88%
más de personas fueron interceptadas tras el endurecimiento de los controles migratorios.
Unos y otros suman cerca de un millón de personas interceptadas en ese año fiscal, lo que supuso un 88% más que en el anterior. De ellos el número más polémico es el de los 76.000 menores sin acompañar que detuvieron las patrullas fronterizas un 26% más que el año anterior y las 473.000 familias un 342% más que el anterior. Esta última cifra bate el récord de todos los tiempos. «Esto es como nada de lo que haya visto yo en mis 26 años de carrera», declaró Robert Perez, adjunto del comisionado.

Su jefe no disimulaba su admiración por el presidente Donald Trump, a quien da crédito por reducir el número tope de 144.000 que se alcanzó en mayo, con casi 6.000 detenciones en un solo día, al de 52.000 que se registró en septiembre. Era el cuarto mes consecutivo en el que la cifra se reducía, gracias a los acuerdos alcanzados con México, Guatemala y El Salvador para que frenen el flujo antes de llegar a EE UU.

Chantaje con aranceles
El país azteca, chantajeado con arbitrarios aranceles comerciales que hundieron el peso y la Bolsa, aceptó retener a los solicitantes de asilo político hasta que las autoridades migratorias terminen el proceso, cada vez más lento. Los abogados de inmigración coinciden en que desde que Trump llegó al poder el Departamento de Inmigración ha ralentizado el proceso con nuevos requisitos y estándares que ni siquiera comunica y obligan a repetir las peticiones.

«El objetivo es claro: confundir a los abogados, disuadir a los solicitantes y colapsar el sistema», sostiene Jim Stillwaggon, cuyo gabinete de Miami trata con acaudalados hombres de negocios que, aun así, necesitan hoy el triple de tiempo que hace tres años para gestionar sus visados.

Morgan, como es de esperar, no está de acuerdo. «Quien diga que esta es una crisis manufacturada, miente», aseguró el martes en El Paso. Se escudaba en lo que no se ve, la estimación de 150.000 inmigrantes indocumentados que se les escapan por tener que desviar a los agentes a realizar «hasta 4.900 rescates en un día, algo que no cuenta la prensa», acusa. Como Trump, mete en el mismo saco a «traficantes, criminales, y violadores», dijo el ahora mandatario al lanzar su campaña en 2016. A esa afirmación ya implícita el comisionado pone cifras: 16.000 criminales deportados, 12.000 pandilleros y 750.000 libras (340. 200 kilos) de droga incautada. Le añade una amenaza para terminar de meter el miedo en el cuerpo de los estadounidenses que le escuchaban en directo por Fox: «Y si a nosotros se nos escapan, van a por ti. Van a tu ciudad, a tu barrio».

En Matamoros (Tamaulipas, Mexico), Yolani, una hondureña de 17 años retratada por ‘The Intercept’, había dejado atrás a su padre para entregarse a las patrullas en Brownsville (Texas), antes de cumplir los 18 años. A partir de esa edad se convierte en adulta y sería deportada a México, pero el Protocolo de Protección de Migrantes la protege mientras sea menor. Su padre, Danilo Ruiz, había esperado llegar con ella hasta donde viven sus familiares en EE UU, para librarla del acoso de las bandas en su país, pero después de meses durmiendo en el suelo bajo el puente fronterizo, incapaz de protegerla en un albergue, donde los separarían, no le sorprendió que la adolescente tomara la decisión por su cuenta de seguir camino sola. El último paso es también el más doloroso de quienes se tropiezan con el muro de Trump, físico o burocrático.

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