BULEVAR
Ni putas ni sumisas
El Mundo, 31-05-2006Un día habrá que narrar detalladamente cómo los movimientos espontáneos de mujeres han hecho cambiar de manera decisiva la Historia contemporánea, patio exclusivo de los hombres y de los políticos. Uno de los ejemplos más impresionantes fueron las Madres de Mayo, que con una lucha de enorme tenacidad, riesgo, tesón y dolor consiguieron arrinconar a la dictadura argentina, pagando más de una vez con sus propias vidas. Acosadas, perseguidas, secuestradas, entablaron una lucha pacífica que enloqueció a los militares.
Fadela Amara, de origen argelino y nacida en un suburbio francés creó, con un pequeño grupo de mujeres el movimiento
Ni putas ni sumisas, para denunciar el infierno que sufren las mujeres de familias de emigrantes, víctimas de segregación, matrimonios obligados, violaciones colectivas y «asesinatos de honor». Fadela lo tiene claro: sólo los principios de la república laica podrán combatir al islamismo.
Lo estamos sosteniendo también muchas mujeres en Occidente, alarmadas frente a la «tolerancia» supuestamente progresista de intelectuales de izquierda, acomplejados por un falso concepto de «tolerancia cultural».
Lo explica de esta manera: «Estoy totalmente en contra del relativismo cultural. Soy hija de inmigrantes y estoy orgullosa de ello.Y creo que la libertad y la igualdad son valores universales, válidos para el estudiante chino de Tiananmen, para las mujeres de Soweto, para las madres de los desaparecidos de Sudamérica y también para las mujeres de los suburbios franceses. Lo que no acepto es que redefinan los conceptos de libertad e igualdad en función del color de la piel.»
Con total lucidez, define que hay unos valores universales que no pueden estar sujetos ni a las costumbres, ni a las etnias, ni a los nacionalismos. El relativismo cultural que lamentablemente existe en algunos sectores políticos y sociales de Occidente equipara el cuscús a la ablación del clítoris. A mí me gusta mucho el cuscús y estoy dispuesta a comerlo una vez por semana; pero, en nombre del cuscús, no voy a aceptar, también, la infibulación del clítoris, como si una costumbre gastronómica fuera igual que una dolorosa y cruel castración.
Me asombran esos intelectuales y políticos que postulan el relativismo cultural: ¿Shakespeare pertenece a la cultura inglesa o a la universal? ¿La ecuación de la relatividad, descubierta por Einstein, pertenece a la ciencia occidental o universal? Existen las culturas locales, y muchas de ellas tienen valores diferentes, pero no podemos confundir costumbres con cultura. La costumbre es repetitiva, y por ello, dogmática; la cultura es libre, fecunda, igualitaria y fraterna. Al final, Fadela Amara está luchando por unos valores que son los de la Revolución Francesa, que no llegó todavía a la mayoría de los islamistas. Mientras las mujeres en Occidente, gracias a una larga lucha y a un caudal extraordinario de energía hemos conseguido algunas cuotas de progreso, el discurso islamista sobre la mujer sigue siendo cavernario, retrógrado y discriminatorio.Sus víctimas son y serán incontables.
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