Debate y empate

La Verdad, 29-05-2006

En vísperas del debate sobre el estado de la Nación, todo apunta a que las sesiones se centrarán previsible y preferentemente en el proceso de reforma de los Estatutos de Autonomía, dado que el otro asunto candente, el llamado proceso de paz en Euskadi, será apartado del orden del día por acuerdo entre Zapatero y Rajoy. No tendría sentido que este asunto de nulo calado político y de extraordinario interés democrático se convirtiera en un elemento de confrontación política que eclipsase los demás temas de política general. De cualquier modo, las encuestas sobre intención de voto publicadas recientemente informan de que los dos grandes partidos están actualmente en situación de virtual empate técnico, circunstancia que sin duda incrementa el interés de este debate.

A escasas tres semanas del referéndum catalán y pocos días después de que haya sido admitido a trámite en el Congreso el proyecto de reforma del Estatuto de Andalucía sin el apoyo del PP, es claro que la cuestión territorial es hoy la más candente, no sólo por lo ya acontecido sino porque otras comunidades del PP y del PSOE preparan asimismo sus respectivas reformas estatutarias. Es manifiesto a este respecto que la opinión pública, reclama a los grandes partidos sensatez en este asunto, que incide sobre los fundamentos de la estructura del Estado y no puede quedar por tanto al albur de la alternancia. A un año de las elecciones autonómicas y locales, el debate de mañana constituye probablemente la última oportunidad de consenso entre PP y PSOE sobre este delicado proceso, ya que a partir de ahora viviremos permanentemente en una inacabable precampaña electoral.

Los otros grandes temas que sin duda crearán polémica serán la inmigración y la seguridad ciudadana, en cierto modo relacionados entre sí. Tampoco en materia de inmigración, otra cuestión sensible, se mantiene el pacto de Estado que se perfiló en otro tiempo y que la sociedad reclama sin lugar a dudas. En cualquier caso, habría que intentar que decantase una postura razonable y exenta de demagogia en ambos asuntos, de forma que la lucha contra la delincuencia organizada, que debe intensificarse, y el control de la inmigración, que tiene que conseguirse, no derivaran en actitudes xenófobas ni en un aliento a las muy minoritarias formaciones de la extrema derecha, que encuentran en toda Europa campo abonado en estos problemas delicados.

El debate permitirá también, seguramente, visualizar el cambio de alianzas que ha progresado en paralelo al desarrollo del Estatuto de Cataluña y que impulsa al Partido Socialista por sendas de mayor moderación. Las escenificaciones parlamentarias de la pluralidad han sido en esta legislatura muy abruptas, en especial el debate sobre el estado de la Nación del año pasado, en el que se constataron además rupturas muy onerosas – del pacto antiterrorista, del pacto autonómico – para la salud política de este país. Resultaría muy deseable que, quienes habrán de marcar las pautas del debate acudan a él con espíritu constructivo y con más voluntad de acuerdo que de remarcar las diferencias.

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