Las bandas organizadas no son un problema en Europa
La Razón, 29-05-2006París – En 2002, el encendido debate público sobre la criminalidad,
acompañado de un exagerado bombardeo mediático, llevó en volandas al
ultraderechista Jean Marie Le Pen a la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales, donde perdió contra el conservador Jacques Chirac. Los
comicios de 2007 para elegir al sucesor de éste podrían seguir la misma
senda. Aunque el número total de delitos ha disminuido durante la
legislatura, con Nicolas Sarkozy como severo ministro de Interior, las
agresiones a personas, el indicador más importante y el más visible del
crimen, crece sin cesar en Francia (el último año, un 7,9 por ciento).
Esta violencia común que aumenta en las calles francesas tiene mucho que
ver con los disturbios que estallaron el pasado otoño en multitud de
barrios suburbiales y que se saldaron con más de 3.000 detenidos. Muchos
de ellos, como también cientos de los arrestados en las protestas contra
el contrato joven, eran menores de edad. Aunque el debate sobre la
inmigración se relaciona habitualmente con la inseguridad, el 86% de las
agresiones contra personas son cometidas por franceses, según datos del
Observatorio Nacional de la Delincuencia. Otros actos de vandalismo,
también relacionados con menores, como el pillaje de un tren el día de Año
Nuevo por parte de una banda de gamberros, obligaron a la puesta en marcha
de una nueva Ley contra la Criminalidad. Esta reforma, que será aprobada
en las próximas semanas, prevé nuevos castigos, como la realización de
trabajos escolares, o la reclusión temporal en centros especializados, así
como la prisión, para los menores condenados. Entre las prioridades de
París figura frenar el alto número de crímenes y delitos sexuales, y
especialmente, contra la reincidencia de los condenados por violaciones o
pederastia. La Ley Antidelincuencia prevé nuevos controles sobre los
condenados, su reclusión en clínicas y un mayor seguimiento a su salida de
prisión. Por otra parte, también en Francia se producen asaltos a chalés
de lujo, un fenómeno cada vez más extendido en España. El último en
experimentar la preparación y la falta de escrúpulos de los criminales
venidos de la Europa del Este fue el jugador de fútbol Patrick Vieira. Los
asaltantes introdujeron gas paralizante en los conductos del aire
acondicionado, lo que evitó que el fornido centrocampista se despertase.
Después no tuvieron más que entrar y hacerse rápidamente con el
todoterreno Mercedes del jugador, las joyas de su esposa y tres relojes de
alto valor, en especial uno que costaba 120.000 euros. La Policía
consiguió, horas después, desactivar a la banda. Londres – En las últimas
semanas, ha quedado claro cuál es el puesto de trabajo más complicado de
todo el Reino Unido: el de ministro de Interior. Ni siquiera un animal
político como el veterano Charles Clarke sobrevivió más de un año al
frente de este envenenado ministerio: a comienzos de mes fue destituido
tras filtrarse que un millar de presos extranjeros fueron puestos en
libertad sin pasar por el preceptivo proceso de deportación. Su sustituto,
John Reid, no se cortó a la hora de describir el «caos» en el que se
encuentra el departamento nueve años después de la llegada al poder de los
laboristas. «No me importará trabajar 18 jodidas horas al día para
arreglar este embrollo», aseguró al «Daily Mirror». «Haré lo que sea
necesario para que la gente se sienta segura y confiada, porque ahora
mismo les estamos decepcionando». Con sus sinceras palabras, Reid se
limitó a admitir la evidencia: que las constantes promesas de «mano dura»
por parte de los laboristas no han logrado calmar la sensación de
inseguridad de los británicos. Pese a que los niveles generales de
delincuencia han caído sustancialmente en la última década, el 60 por
ciento de los ciudadanos se siente cada vez más vulnerables. Según los
expertos, esta paradoja tiene una explicación: aunque la criminalidad
global haya caído, las fechorías que más afectan a los votantes se han
disparado. Así, el incremento de los delitos de «baja intensidad», como el
vandalismo y las agresiones verbales, ha coincidido con niveles récord de
crímenes violentos, que el año pasado superaron la barrera del millón de
infracciones por primera vez en la historia. En concreto, muchos
británicos están atemorizados ante el goteo constante de espeluznantes
asesinatos en diversos tiroteos, ajustes de cuentas y peleas a navajazos.
Algunos barrios marginales se asemejan cada vez más a los guetos
estadounidenses, en los que la Policía no se atreve a entrar por miedo a
enfrentarse a grupos pseudomafiosos que viven al margen de la ley. Ante
estos nuevos retos, además de contratar a millares de nuevos agentes y
fomentar la policía de proximidad, el Gobierno ha optado por iniciativas
más «creativas», como decretar esta pasada semana una «amnistía de armas
blancas» para que los británicos puedan entregar sus cuchillos y navajas
en las comisarías durante las próximas cinco semanas sin temor a ser
procesados. Berlín – «Alemania es uno de los países más seguros del mundo
en la perspectiva internacional». Así de rotundo se mostró el ministro
germano de Interior, Wolfgang Schäuble, cuando presentó hace unas semanas
las estadísticas de criminalidad correspondientes al pasado año. Pero, a
pesar de que el número de delitos bajó en todo el país, se registra un
preocupante aumento de las agresiones ultraderechistas. A lo largo de
2005, las autoridades germanas registraron cerca de 16.000 infracciones
adscritas al ambiente neonazi, lo que supone un 23,5 por ciento más que el
año anterior. Lo cierto es que buena parte de esos delitos estuvieron
relacionados con el uso de símbolos prohibidos, como la cruz gamada, o el
enfrentamiento con grupos de extrema izquierda. Las agresiones directas a
extranjeros, en cambio, se redujeron mínimamente. Pero la tendencia
resulta en todo caso «muy alarmante», como reconoce el Gobierno,
especialmente en el este del país. Y más ahora que Alemania se prepara
para acoger a millones de extranjeros durante el Mundial de Fútbol. Los
recientes ataques racistas han llevado a que federaciones africanas y
algunas personalidades germanas desaconsejen las visitas a las áreas más
conflictivas de Berlín y Brandeburgo, lo que ha desatado un auténtico
debate nacional. A nivel general, por el contrario, los crímenes
registrados en 2005 se redujeron un 3,6 por ciento. La delincuencia
infantil bajó considerablemente, como también lo hicieron las infracciones
cometidas por extranjeros, según las estadísticas oficiales. El ministro
Schäuble atribuye estas cifras positivas al trabajo de las fuerzas del
orden, que lograron alcanzar un nivel récord en el esclarecimiento de
delitos. Pero desde el sindicato de Policía se aportan otros motivos, como
el progresivo envejecimiento de la sociedad germana. Bruselas – El debate
sobre la inseguridad ciudadana ocupa uno de los primeros puestos en la
campaña para las próximas elecciones comunales y regionales del mes de
octubre. El aumento de la tasa de criminalidad en 2006 ha obligado a todos
los partidos a destacar preceptos como la seguridad y la protección de la
propiedad privada en sus programas. Entre los delitos más frecuentes en
Bélgica se encuentran los robos dentro de un vehículo y los robos de
viviendas. En ambos casos, el uso de la violencia no llega al 1%. A pesar
de que durante el primer semestre de 2005 se produjeron cerca de 30.000
robos en viviendas, cualquiera que visite el país se sorprenderá del
escaso uso de rejas en las ventanas de las plantas bajas de los inmuebles.
La inseguridad ha llevado a los belgas a movilizarse de manera masiva,
sobre todo, después de que un joven, Joe Van Holsbeeck, muriese apuñalado
el pasado mes en Bruselas al rechazar entregar su reproductor de MP3 a dos
ladrones. Un joven polaco, inmigrante ilegal en Bélgica, fue detenido y
acusado del asesinato. La muerte de Holsbeeck conmocionó a la sociedad
belga.
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