Rajoy exige leyes más duras porque España es «el país más fácil para las mafias y ellas lo saben»

El líder del PP reclama a Zapatero que no promueva más regularizaciones

La Razón, 29-05-2006

Valencia – El aumento de la delincuencia en España, pero sobre todo el
incremento de la criminalidad vinculada al crecimiento de población
inmigrante llena últimamente los discursos políticos. España se ha
convertido en el paraíso de las bandas de criminales; es «el país más
fácil de Europa para las mafias, y las mafias lo saben». Así lo aseguró
ayer el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, durante su intervención
en un acto político de respaldo al presidente de la Comunidad Valenciana,
Francisco Camps. Rajoy exigió al presidente del Gobierno, José Luis
Rodríguez Zapatero, que se endurezcan las leyes para poder hacer frente a
las nuevas formas de delincuencia, un cambio legislativo que estimó
necesario para adaptarse «a la realidad que hay».
   La
vinculación entre inmigración y delincuencia empieza a ser algo común en
boca de muchos. El sábado fue el secretario general del PP, Ángel Acebes,
quien arremetió contra la incesante entrada ilegal de personas extranjeras
en el país y afirmó que las fronteras españolas son «un coladero de
delincuentes». Ayer fue el presidente nacional de los populares el que, de
nuevo desde la Convención del PP valenciano, criticó la política de
inmigración del Gobierno central.
   En esa línea, aseguró que las
regularizaciones masivas que promovió el presidente José Luis Rodríguez
Zapatero se demuestran hoy «un disparate», pues le recordó que la
capacidad de acogida del país «no es ilimitada». Por todo ello, y tras
insistir en que el PP rechaza más regularizaciones de este tipo, como
también lo hacen en el resto de países de Europa, Rajoy exigió un
endurecimiento de las leyes, que éstas se cumplan y que se defiendan con
mayor firmeza las fronteras españolas.
   Ésta sería, afirmó, la
política buena para los españoles y para aquellos que llegan y llegarán de
manera legal y en busca de trabajo, ya que – dedujo – esa política sólo es
mala para las mafias y los traficantes de personas, aquellos que provocan,
por ejemplo, la constante llegada de inmigrantes en cayucos a las costas
canarias.
   Rajoy advirtió al respecto a Rodríguez Zapatero, e incluso
se permitió darle consejos. «El Gobierno – dijo – debe generar una mínima
confianza», la confianza de la que no gozan hoy día, insistió, los
españoles que temen sufrir robos en sus chalés o ser víctima de un
«secuestros exprés».
   Con todo, el líder nacional del
PP no quiso cerrar la puerta a la llegada de cualquier persona extranjera,
pues dijo creer en la inmigración y querer que lleguen a España «personas
honradas y decentes que puedan ganarse la vida». Los españoles también
fueron emigrantes en su día, recordó, pues él mismo viene «de una tierra
que emigró: Galicia». Pero para que ello sea posible, para que tanto los
nacionales como los extranjeros se beneficien mutuamente de los
movimientos migratorios, este proceso tiene que ser «completamente legal»
y debe hacerse, además, «un esfuerzo de integración». Los inmigrantes
tienen que tener los mismos derechos, pero también «los mismos deberes y
obligaciones» que el resto de españoles, añadió.
   Zapatero, sin proyecto político. Rajoy acusó a Zapatero de no tener
ningún proyecto político y de gobernar a salto de mata e improvisando
constantemente, algo que él llama «cintura», explicó. Su único proyecto,
dijo, es «seguir en el poder» y permanecer al timón aunque sin rumbo
concreto. Esa falta de previsión y objetivos es la que le hace aprobar
«leyes y planes sin contenido», entre ellos los tres planes de inmigración
que lleva hasta el momento sin resultados fehacientes. Es ésta la misma
razón por la que la reforma de los estatutos de autonomía de Cataluña y
Andalucía no son más que «una mera cuestión de poder», ya que de nada
sirven a los catalanes o los andaluces, explicó. Del texto catalán dijo
que es malo para todos, tanto para los catalanes como para el resto de
españoles. Por último, también criticó la reforma del Estatuto andaluz y
se preguntó qué utilidad tiene que les hayan «obligado hasta a hacerse
realidad nacional», pues nada tiene que ver con los intereses generales de
los andaluces.
   

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)