Las bandas también hablan español
Los que operan aquí no llegan ni en patera ni ocultos en camiones, sino con visado de turista, con dinero y en sus coches
La Vanguardia, 29-05-2006España es un goloso objetivo en el que operan al menos 494 de los cuatro mil grupos criminales organizados censados por la Europol en la UE. Los últimos informes de la Europol y los datos de la Seguridad del Estado española muestran que el crimen organizado obra en nuestro país igual que en otras naciones desarrolladas de la UE, pero con dos salvedades. La primera, subrayada por la Europol, es que en España los delincuentes organizados colaboran más entre sí que en otros países de la UE. La segunda, que por muy intensas que parezcan (y lo son) las actividades del crimen organizado en España, están aún lejos de alcanzar el nivel medio de la UE. Y otro dato relevante: en un 78% de las bandas colaboran españoles, mientras que otro 6% son exclusivamente nacionales. Así, no puede decirse que el crimen organizado no hable español.
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En cuanto a los índices de criminadlidad, si la actividad de esas organizaciones se compara con la que despliegan en países de la órbita rusa o ex yugoslava, la distancia con España ya es sideral. Un dato como ejemplo: España registra dos homicidios por cada cien mil habitantes, mientras que la media de la UE es de 10 por cada cien mil. Uno de los problemas técnicos con el que topan las policías europeas es unificar criterios para definir qué es criminalidad organizada (CO). No es lo mismo la unión ocasional de varios delincuentes para cometer un delito local que una asociación profesional y jerarquizada de personas dedicadas exclusivamente a delinquir en amplios territorios. En la UE se ha determinado que, para que un grupo sea considerado crimen organizado, debe estar, entre otros parámetros, integrado por diez o más miembros y su ámbito de actuación debe ser al menos nacional si no internacional como ocurre en en la inmensa mayoría de casos. La ONU tiene determinados factores para definir la criminalidad organizada dedicada a la trata de seres humanos.
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“El 39% de los delitos cometidos en España por grupos catalogados como crimen organizado están relacionados con el tráfico de drogas y a menudo con el de seres humanos, que son los que se llevan el grueso de las actividades de estas bandas. Así, los robos o los asaltos a chalets son estadísticamente pocos, pero es evidente que crean gran alarma social y constituyen un problema de seguridad ciudadana. No se dan muchos delitos de este tipo pero su gravedad es alta”, explicó a La Vanguardia el comisario José Cantarero Escandell, jefe de la Brigada de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía de Catalunya.
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Pues bien, los datos que maneja Interior sobre este modelo concreto de delincuencia muestran que en un 78% de los casos ciudadanos españoles forman parte de las bandas. Si a esto se añade el que un 6% de los grupos están constituidos sólo por españoles, se abre un panorama más españolizado (84%) de lo que podría pensarse tras un análisis superficial o malintencionado de un fenómeno que azota a toda Europa.
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No obstante, no todas son así. Las organizaciones procedentes de Albania, Kosovo, Rumanía o Bulgaria – principalmente – no son permables y conforman el grueso de ese 16% de grupos formados exclusivamente por extranjeros. “Los lazos familiares que suelen unir a sus componentes los hacen casi impenetrables para nosotros. Son organizaciones en las que nos es difícil infiltrar agentes”, afirmó el comisario Cantarero.
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Otra leyenda que planea sobre este asunto y que desmienten los hechos es que exista relación directa entre la criminalidad organizada y la inmigración ilegal del tipo que experimenta España con los cayucos que arriban a Canarias, tal como apuntó recientemente el secretario general del Partido Popular, Ángel Acebes. La realidad es que los integrantes extranjeros de los grupos criminales que operan aquí como los procedentes del Este no llegan ni en patera ni ocultos en camiones, sino con documentos en regla, visados de turista para tres meses y generalmente en sus propios automóviles y con dinero en el bolsillo.
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Respecto a estos delincuentes, tanto el comisario Cantarero como otras fuentes de Interior coinciden al señalar la dificultad para determinar la identidad real de muchos de los detenidos integrantes de las bandas del Este. Según explican, no es extraño que estos malhechores obtengan en sus respectivas naciones documentos auténticos pero con datos falsos. Esta dificultad de identificación, que luego se traduce en inconvenientes al formular la acusación formal ante la justicia, crece en países de esa área, cuyas bases de datos son tan ineficaces que permiten pensar en corrupción policial y connivencia con los delincuentes.
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Como se indicaba antes, el análisis de la Europol sobre el crimen organizado en Europa señala la particularidad de que aquí se produce el insólito hecho de que ocasionalmente estos grupos de importación colaboran entre sí o trabajan unos para otros en mayor medida que en otros países de la UE. Por otra parte, España comienza a exportar delincuentes de alto nivel, por ahora mezclados en tráfico de drogas: ya con colombianos, ya con marroquíes, holandeses, alemanes o británicos.
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Mientras tanto, el crimen organizado en Europa se recicla y busca la rentabilidad en la cantidad de delitos que comete y no tanto en su calidad.Las nuevas organizaciones se plantean cada vez menos dar grandes golpes y en cambio buscan robar mucho en poco tiempo, aunque sean pequeñas cantidades. Un ejemplo de ello: los asaltos a chalets o los robos en pisos por grupos rumanos itinerantes que limpian pisos ciudad tras ciudad, país tras país.
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Así lo indica el estudio de las tendencias criminales en Europa elaborado por la Europol con datos procedentes de los 25 países de la Unión. El gran delito cometido por las tradicionales sociedades criminales secretas del tipo Cosa Nostra está dando paso a un nuevo modelo de organización en el que prima la cantidad sobre la calidad. Como viene sucediendo desde hace unos cinco años, las bandas del Este han dado paso a una especie de fast food del delito. En ese contexto debe inscribirse el uso creciente de la violencia, aunque en España se esté aún muy lejos de los índices europeos. En Francia, por ejemplo, el gangsterismo local es extremadamente violento, o en Italia los crímenes continuados de sus sociedades secretas (Cosa Nostra, ´Ndrangheta, Camorra…) son de dominio público.
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