«Los americanos mataron a mi familia. Les oí agonizar»
Dos niñas iraquíes narran cómo los marines masacraron a sangre fría a 24
La Razón, 28-05-2006Nueva York – Dos niñas que sobrevivieron al ataque cometido por «marines»
estadounidenses en la localidad iraquí de Haditha el pasado 19 de
noviembre han corroborado que se trató de una matanza, en la que los
soldados asesinaron a 24 civiles de forma indiscriminada. Los testimonios
de Iman y Safa han horrorizado a cuantos han podido escucharlos.
«Los americanos mataron a todo el que estaba en la casa, menos a mi
hermano Abdul – Rahman (de 8 años) y a mí. Teníamos demasiado miedo para
movernos y nos escondimos detrás de un almohadón. La metralla me hirió en
la pierna. Mi familia no murió inmediatamente. Les oímos agonizar». Así es
cómo ha contado al periódico británico «The Times» Imán, de 10 años, la
historia del asesinato de su familia. Todos fueron masacrados: sus
abuelos, su padre, su madre, su tío, su primo. Primero, vio cómo les
lanzaban granadas y les disparaban y después les escuchó agonizar hasta el
final. Ahora hay una investigación en curso, de la que se encarga el
Servicio de Investigación Criminal Naval de EE UU, la cual emitirá sus
conclusiones en pocas semanas.
Asestará un duro golpe a la imagen de
EE UU dentro y fuera de sus fronteras, más duro si cabe que el del
escándalo de las torturas a presos iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib,
pero no tan grande como los que han sufrido Imán y Safa. Esta última, de
12 años, se salvó al hacerse la muerta. Según contó a la CNN, soldados
norteamericanos entraron en su casa y dispararon contra su padre, que
estaba desarmado y después asesinaron a otros siete familiares. «Cuando
fuimos a la cocina vimos a mi padre que ya estaba muerto; entonces nos
sentamos y empezaron a dispararnos», dijo SafaYounis.
Otro
«error». «The Times» publicó su historia justo dos días después de que
Bush y Blair se reunieran en Washington para aclamar al nuevo gobierno
iraquí. Precisamente, durante la rueda de Prensa, el presidente de EE UU
reconoció que Abu Ghraib fue «el mayor error de EE UU en Irak», aunque
matizó que los culpables fueron llevados ante la justica, a diferencia de
lo que ocurría durante el régimen de Sadam. Pues bien, quizá Bush tendrá
que esperar al documento final de la investigación para volver a hablar.
De momento, hay dos versiones. El informe del Cuerpo de Marina habla de
«Suceso: Muerte de 24 civiles en el pueblo de Haditha, 200 kilómetros al
noroeste de Bagdad. Motivo: detonación de un artefacto explosivo cerca de
una patrulla, a lo que le siguió un tiroteo». El Ejército estadounidense
decide entonces enviar a una unidad al entierro de la familia de Imán como
gesto de disculpa. Hasta ahí, informe archivado. Las versiones que Imán y
Safa han contado son bien diferentes de lo redactado por los soldados.
A las 7:00 de la mañana de ese 19 de noviembre, la pequeña Safah,
todavía en pijama, se preparaba para ir al colegio. Quince minutos antes
la guerra se cobraba una vida más, esta vez en las filas del Ejército
estadounidense. Era la de Miguel Terrazas, un joven de Texas. Los
estadounidenses conocían bien la zona. Hacía tres meses habían perdido
allí 20 hombres. Entonces, fue cuando en un minuto todo cambió para Imán.
Primero escucharon disparos en la calle. Sabían que tenían que permanecer
en el interior de su vivienda hasta que cesase el fuego. Después, un grupo
de soldados irrumpió en su casa. Buscaban insurgentes. Llevaban granadas y
armas. Gritaron a su padre. Tiraron una granada en la habitación de sus
abuelos cuando todavía no se habían levantado de la cama. Su madre cayó
herida por la metralla. A su tío le dieron mientras intentaba huir. Su tía
consiguió vivir: huyó con su bebé en brazos. Su primo Abdullah, de 4 años,
murió.
Imán lo vio todo agazapada detrás de un almohadón con su
hermano, sin moverse. Después de los disparos, los estadounidenses se
marcharon y a su salida le sucedió la calma, pero Imán seguía sin moverse.
Tardó dos horas en salir de su escondite improvisado. Hace dos meses
volvieron más estadounidenses. Les dieron 2.500 dólares por cada víctima,
tomaron fotos y preguntaron sobre el incidente. Pero Abdul, el hermano de
Imán, no ha vuelto a hablar de lo que ocurrió ese día.
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