"La crisis de Canarias es fruto del éxito de la nueva relación con Marruecos"

La Vanguardia, 28-05-2006

El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos (Madrid, 1951), es un político con motor diésel en un mundo acelerado. No se deja impresionar fácilmente por la excitación de los noticiarios. ¿Crisis en Canarias? “Acierto de nuestra política con Marruecos”. ¿Populismo en Venezuela y Bolivia? “Seamos objetivos y repasemos los datos: estos dos países no son el eje de nuestra política en Latinoamérica; mucho más importante es México”. El ministro sigue en el punto de mira de muchas columnas y agitaciones radiofónicas, pero diríase que ha ganado sagacidad.
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- España tiene un grave problema en su frontera sur. La continua llegada de inmigrantes a las costas canarias está obligando a tomar una serie de medidas de urgencia y a acelerar la acción diplomática hacia el África subsahariana. Parece que la realidad, de nuevo, se mueve más deprisa que los planes de la política.
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- Se han cruzado dos cuestiones en Canarias. Primero, la necesidad de resolver lo más rápido posible una crisis coyuntural e inmediata que es la llegada de inmigrantes subsaharianos a los que lógicamente hay que enviar un mensaje de disuasión. Esto implica en el corto plazo tomar medidas inmediatas de control. Después hay una política de mayor alcance que prevé desafíos y retos de medio y largo plazo. Hay que combinar la actuación inmediata con medidas estructurales de incidencia en el futuro para afrontar la situación dramática que vive África. Hay que sensibilizar a la opinión pública española de que si no resolvemos el problema en origen, podremos tomar medidas inmediatas, pero luego seguiremos recibiendo esa misma presión.
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- Pero la política exterior española, pendiente de Europa y Latinoamérica, nunca había mirado con mucho interés los problemas del África profunda.
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- Es verdad. Hasta ahora en España no se había tomado conciencia sobre la necesidad de actuar de manera seria y concentrada en una estrategia global hacia África.
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- ¿Es legítimo mirar a África sólo porque Europa tiene problemas con la inmigración? ¿No puede ser percibido como un chantaje ofrecer ayuda a cambio de acuerdos de readmisión?
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- No es un chantaje, es absolutamente legítimo. No se pueden negar sus ansias de prosperidad, de dignidad, de libertad, y por tanto lo que necesitan es tener capacidad para dotar a su sociedad de una esperanza de futuro, y para eso necesitan la ayuda y la cooperación internacionales. No hay que verlo como un chantaje, sino como una ayuda inteligente. Por eso, el viejo enfoque de los acuerdos de readmisión debe ser completado con otros enfoques. No hay que renunciar a la exigencia de readmisión, pero para que se aplique, los países emisores necesitan una serie de incentivos para aceptar la devolución de sus ciudadanos. Esto es: cooperación en materia de formación policial, de seguridad de fronteras, de cooperación de desarrollo, por tanto, de ayuda financiera. Si los países de origen reciben remesas de dinero de los que se van, gente que a su vez reduce la presión social interna al marchar, la emigración en masa seguirá si Europa no plantea otras compensaciones.
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- La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega acordó el martes una primera ayuda inmediata de la UE. ¿Es cierto que Europa empieza a reaccionar ante el problema que tiene España en su frontera sur?
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- La vicepresidenta lo que hizo fue acelerar los compromisos ya adquiridos en diciembre e ir preparando el terreno para lo que será una nueva llamada por parte de España y otros países europeos en el Consejo Europeo de junio. Allí el presidente del Gobierno va a seguir insistiendo en la prioridad que la UE tiene que dar a África. El África francófona y la anglófila ya no es el África poscolonial, es una nueva África del siglo XXI, y ahí tenemos que responder a unos desafíos de forma mucho más global y mucho más coordinada. España no tiene una tradición histórica con el África subsahariana y ahora por razones de desarrollo económico, vecindad, atracción, es uno de los socios que más atraen y por tanto puede aportar mucho al futuro africano.
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- Usted habla de contactos, diálogo, planes…, pero la opinión pública seguramente espera respuestas mucho más concretas. La situación social en Canarias comienza a ser tensa.
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- La crisis que se vive en las islas Canarias es fruto del éxito de nuestra buena relación con Marruecos. Antes, con el anterior gobierno, a través de Ceuta y Melilla entraban de manera irregular miles de inmigrantes sin el dramatismo actual pero en un número mucho mayor. Y es que el mayor número de pateras y de inmigración ilegal se registra en el 2003, y a partir de ahí se ha ido reduciendo. Ahora se está reduciendo la entrada de indocumentados, pero la visualización de la presión es mayor por su dramatismo. Por tanto, lo que tenemos que hacer es afrontar el problema desde el respeto de los derechos humanos. Dicho esto, tenemos que mandar un mensaje de firmeza de que el que entra de manera ilegal tiene que volver. En Marruecos funciona, se ha llevado a cabo una serie de medidas de cooperación en materia policial, de seguridad, de fronteras, tanto de modo bilateral con España, como con la UE. En Mauritania también se ha puesto en funcionamiento una patrullera conjunta. Y se ha reforzado la presencia diplomática en el África subsahariana. Es un programa de una aproximación global que hasta ahora los líderes africanos consideran novedoso, que asimilan mejor, porque ellos lo único que habían oído hasta ahora es que la cooperación estaba supeditada a los acuerdos de repatriación.
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- En Iberoamérica, donde la mayoría de los gobiernos hoy tiene un perfil de izquierdas, se vislumbran dos modelos políticos: uno se ubica en las coordenadas de la socialdemocracia europea – Chile, por ejemplo – y otro, cuyo epicentro está en Venezuela y Bolivia, es claramente populista. España es hoy uno de los grandes avaladores de los gobiernos de Bolivia y Venezuela.
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- Queremos una política de vecindad con todos los países latinonamericanos, pero con algunos, por motivos de cercanía política y de intereses empresariales o sociales, tenemos lazos mayores. Tenemos una excelente relación con México, con un gobierno de centroderecha. Con México tenemos grandes coincidencias en el concepto de comunidad iberoamericana y es un país clave para nuestra política lationamericana. Y tiene, insisto, un Gobierno de centroderecha. Con Chile hay una relación estratégica nueva donde nuestras empresas e intereses se sienten totalmente identificados. Esta relación de sintonía existe asimismo con Brasil y Argentina. Y si relato el número de viajes que he hecho a estos países quedará claro: me he reunido diez
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veces con mi homólogo mexicano, a Chile he ido tres veces, cuatro a Brasil… En España se puede tener la percepción de que sólo tenemos relaciones con Cuba, Venezuela y Bolivia. Yo no he ido a Bolivia ni el presidente tampoco, tampoco hemos estado en Cuba, y sólo hemos viajado una vez a Venezuela. ¿Me explico?
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- ¿Qujere decir que Cuba, Venezuela y Bolivia no son prioritarios?
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- No tenemos una mala relación con Cuba, Venezuela o Bolivia, pero no son nuestra prioridad. El volumen de inversión de España en Bolivia es del 1% de toda la inversión en Iberoamérica, incluyendo en ese porcentaje los mil millones de euros invertidos por Repsol. Por lo tanto, seamos objetivos.
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- Usted pedía esta semana en el Congreso que se rehúya el término “populista” para definir a los gobiernos de Evo Morales y Hugo Chávez.
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- En Venezuela y Bolivia, en particular en esta última, lo que ha ocurrido es que una gran parte de la sociedad boliviana que había estado excluida de la vertebración del país ha participado por primera vez en el proceso político. Había una representación democrática anterior pero no era representativa. La primera vez que la población indígena participa ha sido ahora. Ésta es la realidad. La cuestión no es que sean o no populistas. Eso es irrelevante. Han sido elegidos democráticamente y un gobierno español responsable no puede ignorar esta realidad. Por eso estoy seguro de que una vez se llegue a un acuerdo entre el Gobierno de La Paz y Repsol YPF, este acuerdo estará mucho más seguro que en el periodo anterior, porque tendrá el respaldo total de toda la población boliviana.
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- España apostó fuerte por el eje franco – alemán y al cabo de unos meses la UE entró en crisis tras el no francés al tratado constitucional. Ahora se atisban algunos movimientos para reanimar el proyecto europeo. ¿Alemania y España, al frente?
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- Tenemos este fin de semana una reunión todos los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea para reflexionar sobre el futuro de la UE. El primer punto del debate será lógicamente el mantenimiento del compromiso del tratado constitucional. Si hace falta que los países que lo rechazaron, como Francia u Holanda, o países que no se atreven a ratificarlo, reciban algún tipo de ayuda, intentaremos dársela. Buscaremos los mecanismos, los instrumentos. Yo por lo menos como ministro no puedo tirar a la papelera algo que ha decidido el pueblo español, que dio un 76% de votos favorables al tratado constitucional. Otra cosa es que ayudemos a otros países a involucrarse en el proceso constitucional. Se ha producido una especie de angustia en algunos países de ver a esa Europa de los 25 sin reglas de juego, sin mecanismos de toma de decisión, y por eso en la nueva fase de la UE tendremos que garantizar que la casa se ordena definitivamente a través de reglas constitucionales e institucionales para que una vez que ingresen Rumanía y Bulgaria, y se negocie con Turquía y Croacia, sepan muy claramente dónde ingresan y qué normas rigen en Europa.
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- ¿España mira hacia Alemania porque Francia ya no puede liderar la construcción europea?
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- Ahora la sensación es de que no se avanza, pero una vez concluya el proceso electoral en Francia en el 2007 – el mismo año que se celebrará el 50. º aniversario del tratado de Roma – , creo que las cosas cambiarán. Estoy bastante convencido de que el bienio 2007 – 2009 será testigo de un fuerte resurgimiento del proyecto europeo.
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- Algunas disputas europeas, sin embargo, no invitan al optimismo. En el campo de la energía, por ejemplo, las tendencias nacionalistas o nacionalizantes son muy intensas.
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- Si hubiéramos aprobado el tratado constitucional, tendríamos ahora una política energética común. No existe en la actualidad una política común sobre energía y por ello se han planteado diversas resistencias de tipo nacional o nacionalista. Ni las reglas son igual para todos, ni las interconexiones energéticas. España, por ejemplo, es todavía una isla energética. La Comisión nos dice que debemos respetar la libre circulación de capitales, pero nosotros no nos hemos beneficiado del mercado energético europeo. Hemos tenido que buscar nuestros suministros en el norte de África y en otras zonas, porque no se han cumplido los compromisos en las interconexiones con Francia.
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- El sí de Montenegro en su referéndum por la independencia ha excitado algunas metáforas en España. En el País Vasco, y, en menor medida, en Catalunya. ¿Habrá Montenegros ibéricos?
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- No confundamos las cosas. Había dos estados federados, Serbia y Montenegro, cuya carta constitucional decía que a los tres años podían decidir por referéndum mantener la unión u optar por la separación. Por lo tanto, Montenegro no ha ejercido el derecho a la autodeterminación; simplemente ha ejercido una cláusula incluida en su Carta federal. Y lo ha hecho de una manera pacífica.
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