Por qué llegan tantos rumanos

Los rumanos que mendigan no representan más que a un 3% del total

La Vanguardia, 28-05-2006

Hace tan sólo cinco o seis años, si mirábamos los datos de los colectivos de inmigración más importantes numéricamente (según origen), los rumanos no aparecían por ninguna parte; ya habían llegado algunos, pero las estadísticas apenas daban cuenta de ellos. Hoy son, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el tercer colectivo en España (después de los marroquíes y los ecuatorianos), y en la última regularización realizada, la del 2005, han sido el segundo colectivo en cuanto al número de regularizados.
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Los datos de padrón de 1 de enero del 2005, últimos publicados por el momento, hablaban de unos 314.000 rumanos, pero éste es precisamente uno de los colectivos que en el año y medio transcurrido desde esa fecha ha mantenido una inmigración más activa, por lo que podría estarse acercando al medio millón de personas.
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Un colectivo estereotipado Al mismo tiempo, es uno de los colectivos más estereotipados. Para buena parte de nuestra población autóctona, la mención a los rumanos remite inmediatamente a los que mendigan por nuestras calles o a las bandas de delincuentes que de vez en cuando aparecen en la prensa. Pero, ¿quiénes son en realidad los rumanos que viven entre nosotros? ¿Por qué han venido en número tan importante en los últimos años? ¿A qué se dedican?
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Huelga señalar que la identificación entre los inmigrantes rumanos y la delincuencia es completamente gratuita. Las decenas, o como mucho centenares, de rumanos que se encuentran en el mundo delictivo no pueden generalizar al medio millón de personas del que estamos hablando. Otra explicación quizás requiera ubicar a quienes practican la mendicidad en nuestras calles, a menudo vendiendo, o aparentando vender, La Farola,y otras veces mendigando sin más.
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La mendicidad es practicada por un sector específico de la inmigración rumana, que son los gitanos de una determinada procedencia. No todos los gitanos rumanos que aquí tenemos practican la mendicidad; muchos están confundidos entre los demás rumanos, haciendo los mismos trabajos que ellos, vistiendo como ellos. Pero hay un colectivo, procedente de unos lugares muy específicos de Rumanía (principalmente de una pequeña ciudad llamada Tandarei), que se halla entre los gitanos más conservadores de aquel país. Se distinguen por cómo visten sus mujeres, por la temprana edad a la que tienen los hijos y por la práctica de la mendicidad. Ese colectivo no es, numéricamente, más del 3% de los rumanos que viven actualmente entre nosotros.
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Los otros rumanos, el 97%, son personas difícilmente distinguibles por la calle del resto de la población española. Son discretos; no se mueven mucho más que entre el trabajo y su casa; participan poco en actividades colectivas de rumanos y se integran en nuestra sociedad de una forma muy individualizada. Saben que sobre los rumanos pesan estereotipos negativos y tratan de pasar desapercibidos. Pero, ¿por qué han inmigrado y por qué en las dimensiones en las que lo hacen? ¿Y qué es lo que aquí están haciendo?
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Rumanía es uno de los países de la Europa del Este que tiene más tradición de migración hacia la Europa Occidental (el otro es Polonia). Pero los rumanos se habían dirigido siempre hacia Alemania (y en menor medida a Francia o Austria), o lo habían hecho hacia Norteamérica.
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Esas migraciones se intensificaron a principios de los años 90, cuando se desmoronaron los regímenes comunistas de la Europa del Este, pero a mediados de esa década habían remitido ya. Las restricciones que a partir de 1993 impusieron los países receptores (Alemania principalmente) desactivaron de una forma notable los flujos migratorios.
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Pero las cosas cambiarán en la segunda mitad de los 90. A partir de 1996, en Rumanía se produjo una fuerte acentuación de la distancia entre los salarios y el coste de las cosas, debida a la reestructuración de la economía y a la aceleración de los procesos de privatización de las empresas iniciados en 1993. En la segunda mitad de la década, la situación se vuelve muy grave para la población rumana, y a partir del 2000 se mantiene sin mejora apreciable. En síntesis, y simplificando la realidad, se podría decir que los precios no son muy distintos de los que tenemos en España, pero los salarios son unas 10 veces inferiores.
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A finales de los años 90 son muchos los rumanos que se plantean la opción migratoria, pero saben que no pueden ir a Alemania ni a los otros países a los que antes habían emigrado sus compatriotas. Las políticas restrictivas a la inmigración imperantes en toda Europa hacen que sólo puedan emigrar de forma irregular y, por tanto, sólo pueden dirigirse a países en los que los irregulares pueden trabajar. Es decir, a países con altas tasas de economía sumergida. Eso es lo que los lleva primero a Italia y después a España.
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Necesidad de mano de obra Esta realidad coincide con otra: la fuerte tasa de crecimiento que ha tenido España en los últimos tiempos y la fuerte demanda que ha planteado de mano de obra inmigrada. Con la particularidad de que el principal sector protagonista de ese crecimiento ha sido la construcción, sector que se ha destacado también por emplear inmigrantes en situación irregular y al que precisamente ha ido a parar buena parte de los rumanos que aquí han inmigrado.
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De hecho, los principales sectores de empleo para los rumanos que han ido inmigrando de forma irregular (que son la mayoría de ellos) han sido la construcción para los hombres y el servicio doméstico para las mujeres; además, se han ubicado muchos en la hotelería y las empresas de servicios (limpieza, etcétera). Después, en la medida en que han ido regularizando su situación, han ido accediendo a la industria (metalúrgica, etcétera) y otros sectores, pero siguen siendo mayoría los que están en la construcción, el servicio doméstico y la hostelería, tanto si siguen en situación irregular como si se han regularizado.
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Hay una parte de los rumanos que han hecho su inmigración de forma completamente legal. Son los que han sido contratados en su lugar de origen, tanto para las campañas agrícolas (contratos de temporada) como para la industria (contratos renovables). En este segundo caso, lo que la industria española ha buscado ha sido, principalmente, especialistas: trabajadores cualificados con distintas especialidades que escasean aquí. Pero conviene aclarar que los rumanos que así han llegado son sólo una pequeña minoría.
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Una fuerte economía sumergida En definitiva, lo que explica por qué han emigrado tantos rumanos es el agravamiento de la situación en su país desde mediados de los años 90; pero lo que explica por qué han venido aquí es la necesidad de mano de obra que nuestro mercado laboral ha tenido. Y lo que explica por qué la mayoría ha hecho su migración de forma irregular es el carácter restrictivo de nuestra legislación de inmigración y el hecho de que tengamos una economía sumergida capaz de absorber toda la inmigración irregular que pueda ir llegando.
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La última regularización ha mejorado la situación de muchos rumanos (se ha doblado el número de residentes legales), pero siguen quedando otros muchos en situación irregular. La entrada de Rumanía en la Unión Europea debería suponer cierta mejora para ellos, pero se les aplicará una moratoria a la libre circulación de trabajadores de al menos dos años, lo que supondrá que seguirán sometidos a la normativa de inmigración que rige para los no comunitarios. A quienes se hallan en situación irregular se los condena a seguir de esa forma, salvo que se opte por aplicarles de forma más flexible la ley.
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