Las voces anónimas
La Vanguardia, 27-05-2006Temporada ésta del Priorato de Sion… Evoco, pues, las Cruzadas, pero no el Santo Sepulcro, el noble Saladino, los templarios, sino a una inmensa tropa de gentes anónimas a la que Zoé Oldenburg dio extraordinaria voz en su novela La alegría de los pobres.Fueron quienes, embelesados y embaucados por la prédica clerical, siguieron silenciosos y sin provisiones ni armas a los barones de la primera cruzada, para ser engullidos sin un ápice de gloria terrenal o de consuelo celestial por la callada fosa común de la historia… Aunque hoy no sería así, hubieran podido padecer muchas carencias pero tendrían voz, a partir de la cual resultaría posible salir del anonimato y convertirse en agentes de sí mismos. Ventajas de la democracia y del alud mediático, que serán confusos pero que al fin son para todos.
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Y es que entre el guirigay de voces famosas y poderosas, alguna ilustre, de pronto adquieren presencia muchas, muchísimas personas normalmente calladas, a las que ignoramos y en cuyo nombre, sin embargo, hablamos, gobernamos, manejamos el dinero. Por un lado, son los miles de ciudadanos más que menos presuntamente estafados por esas sociedades inversoras en los sellos: gentes humildes o jubilados, trabajadores de las ocho horas y la hipoteca del piso, cuyos ahorros, su único bien en este mundo, se ha volatilizado. Por otro lado, esas clases medias o no tanto que viven en las urbanizaciones dispersas y que creyeron el jardincillo y la casita paradigmas del bienestar, pero que son violentamente asaltadas por las bandas de malhechores y el mundo se les hunde. A la par, se ha recrudecido el drama de los inmigrantes que llegan con los cayucos o mueren en ellos, suprema expresión de miseria y de esperanza, al que hay que añadir el de la multitud de inmigrantes que logran instalarse en las ciudades sin conseguir integrarse…
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Todos ellos callaban, no necesitaban hablar ni se le ocurría a nadie que debieran hacerlo. Pero con nuestros discursos de grandes correcciones conceptuales, con el Estado omnipotente y omnipresente, les prometíamos su seguridad, su bolsa, la promesa de un mundo mejor con las ONUS y las Unescos. Pero no hemos cumplido. Y han sido necesarias las tragedias para que contemplemos en la televisión de los políticos y los famosos, de Aquí no hay quien viva,la miseria de Senegal, la indefensión del Camp de Tarragona, la desolación de los estafados de España entera. Y cierto que siempre hay problemas, pero ¿por qué hemos dejado tirados a quienes los sufren mientras les asegurábamos que el sistema, la Constitución y el Estatut, la Unión Europea, los amparaban? Si no controlamos ni Canaletes.
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