Identidades y tribus
Diario Vasco, 27-05-2006Gipuzkoa envejece en medio de una opulencia que, como en tantos otros lugares, es un reclamo para quienes no tienen nada que perder porque viven en una condiciones tales que por ahora son sólo supervivientes, no ciudadanos. Y sin embargo, van a ser imprescindibles para garantizar nuestro futuro, porque sólo con ellos lo podremos construir.
Hay una cierta propensión a observar la llegada de inmigrantes desde una perspectiva meramente utilitaria y economicista. Pero los que llegan son personas. Y el cambio cultural, por muy gradual que sea, va a ser brutal, sobre todo para quienes conciben la identidad, el ADN de la pertenencia, en términos excluyentes.
Llevamos décadas con debates esencialistas entre vascos, tan cruentos para algunos, y héte aquí que la realidad nos anuncia taza y media. El futuro es mestizo y eso, por aquí, apenas se conoce, aunque empiezan a verse esbozos en microcosmos sociales (por ejemplo, en algunos bares, de clientela absolutamente inmigrante). El conflicto es seguro, pero tampoco hay por qué asustarse, puesto que aquél está en la misma condición humana. El reto consistirá en cómo gestionarlo. Cuando el problema adquiera carta de naturaleza en la agenda política, llevaremos mucho terreno ganado si para entonces ha desaparecido el virus social de ETA.
En un futuro tan incierto como próximo, quizás la única manera de convivencia pase por unas identidades menos dogmáticas, más difusas, para prevenir choques que no tendrían vencedores. Todos tenemos una pulsión hacia la tribu, más aún en épocas de crisis e incertidumbre, porque nos proporciona seguridad. La cuestión es que este territorio sólo será sostenible si vienen otras tribus a vivir con nosotros. Luego, cuanto menos hagamos todos el indio (con perdón), mejor que mejor.
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